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no el marques Don Francisco Pi<;arro, en auer
cortado la cabe<;a a Don Diego ele Almagro y a
todos aquellos que se auian mostrado de su van–
do y parcialidad en la batalla que le auián dado
en los llanos de Chupas. Gon<;alo Pi9arro, como
era entonces ertodo y despachaua negocios ciuiles
y criminales como el quería, le embio a dezir que
el lo veria y proueeria lo que mas conuenie–
sse
y
que le estuuiesse bien conforme (a] justicia.
Por esta respuesta estuuo Vaca de Castro algunos
dias aguardando hasta ver en
lo
que parauan los
negocios, creyendo que Gon<;alo Pi<;arro, como
amigo, lo haria con el muy bien, en especial los
Oydores, que le dieron buenas esperan9as. En este
medio tiempo, queriendo Gon<;alo Pi9arro hazer
mal Y.9.fil!o al licenciado Vaca de Castro, como el
l;;-uia hecho contra el al principio
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conquista de- la Canela, comen90 de ynquirir
y
buscar el thesoro que tenia, para se lo quitar,
y
todo esto lo hizo por consejo del endia_l>lado
y_
c_g;
cliclo o
d~Francisc:_o ·de
Carauajal. Y como no los
hallaua, ni rastro quien los tuuiesse, mando pren–
der a Pedro de Aller y a juan de Vargas
y
a otros
que auian sido criados de Vaca de Castro, a los
quales hizo dar brauissirnos tormehtos, preguntan–
doles que adonde tenia su amo escondidos
y
guar–
dado
los dineros, que le auian dicho tenia mu–
chos. Ellos, como no lo sauian, o por no lo querer
dezir, como buenos criados negaron valientemen–
te, que no descubrieron cosa alguna aunque fueron
bien amenazados con la muerte,
y
el Maestro de
campo fue el cruel executor de los tormentos; mas