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e
llJ
l<11t C.ohiemo& populares. Ved de qaé modo sucede
como en los rciuos lejilimos,
la
tl'emeoda crisis de
Jas
repúblicas.
El
ice·presidcnte debe ser el hombre mas pu-
ro: la. razon es,
que si el primer l'llajislrado
DO
elije
un ciudadnno muy re
cto, d betemerle como
á
cne–
cigo encarni2ado;
y
sospech.nrhasta de
sus
sccreiAs
ambiciones.
Este
ice. presitl •ule ha J e
esforzar e
á.
merecer por su
IJuenos scn•icios el crédito que nece–
sita para de emp ñar los mns altas fuocionea, y espeaa r
Ja
grao recompensa nacional- el uronilo supremo . El
Cuerpo Lejislntivo y el pueblo ce iji rriu capacid• cles
r
talentos de parle de e te
1ajistrado;
y
le f.!edirán
Ull4
ciega obedien ia
:i
las leyes de la
lih<:rwd.
·
Siendo la
lacreocia la c¡ue pcrpetúu ol rc!ji mca.
monárquico, v
lo hace casi j eneral en el mundo:
¿cuan o mas
útil
DO
o¡s el 111étodo que acabo de pro–
poner para la sucesioo del Yice-pre ideu te? Que fue–
r.inlos Prlnclpes hereditario elcjiJos por el mérito,
yDO
por
la
suerte; y que
n lugar dn <juednrsc ca
la inaccion
y
en
la
iguorancia, se pu icsen
d.
li> ca–
beza de la u<lministracio11; serian sin duda,
lonorca
mas esclarecidos,
y
llllrian la dicha de los pu blos.
Sí, LEJISL
ADOR:
la
mouarqula ·q ue gobierna·
I~
tierra , ba.
obtcoi.Jo.sus títulos de
~probacion,
de
la
herenci'J
que
la hace estable,
y
de la
unidad
-que la hace fuerte.
Por
eslO,
aunque un Príncipe
sobe'rano es un niño mimado,
enclaustrad~
en upa –
Jacio, educado por
la aJulacion
y
cond ucido
por
tod3s lás pa iones: este Priacipe que me alrevcria á lla–
mar la ironia del hombre, manda al jénero humano, por–
qUe conserva el órden de
las cosas, y
la
su\-.:•di–
nacion cctre
los ciudadanos, con un poder frrrne,
y
uo3 accioo constante. Considerad, bEJI LJ\O R S
que
'estas grandes
''Cntajas se
reunen
t•n
el
Pr•
Jldente vitalFcio,
y
P ice·¡1residente hereditario.
Ii:I
Poder
J
udici•I que propongo goza de un• io–
depeode.ncia <lbsolu1a, en qiogwia. parle tiene
t.anll.,