VI
LA INQUISICIÓN
se con los diezmos, porque de otra manera yo no
·consintiría sinó que se metiesen en la real caja,
como hasta allí se había hecho, y este desacato que
tuve con el clérigo me hizo el Obispo caso de inqui–
sición, y otros más principales, que fué uno decir
que V. M. era vicario general en estos reinos y que
yo estaba en su real nombre, y también que dije que,
si necesario fuese, que moriría por la fe de Cristo
tan bien como murieron San Pedro y San Pablo.
Estas fueron las principales causas que el Obispo
tuvo, y la más principal el no haberle querido acu–
dir con los diezmos, sin provisión de V. M., y quiso
favorescer á los_ tiranos y tan notorios .deservido–
res de V. M. y que hicieron delitos de muertes y
robos y usurparon vuestra jurisdición real. Suplico
á V. M. sea servido mandarme hacer justicia y que
venga á ello un juez, porque cuando lo que yo
aquí digo no fuese así, y los que tengo dicho no tu–
viesen tanta culpa, yo la ternía toda y pagaría el
juez que digo; y siendo de otra manera éste, V. M.
sepa cierto que es imposible poder vivir en este reino
los senidores ni criados ele V. M., siendo
el~os
los
punidos y los tiranos innovadores favorescidos y
gratificados; y si V. M. no es servido hacerme mer–
ced, por ser yo su gobernador y justicia, sea porque
es V. M. en cargo á mis hijos de trescientos mil
pesos arriba que yo he gastado sirviendo
á
V. M., los
doscientos mil en tiempo del gobernador Pedro de
Valdivia, y los cien mil después acá, y sin éstos
que yo he gastado de mi voluntad, son más de cien
millos que me han robado en dos veces, con más
muertes de dos hijos y un hermano y un tío y
dos sobrinos y tres primos hermanos
y
otros seis
deudos muy cercanos, que todos han muerto en