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guiente, la guerra que declaran
á
los J esnitas,
siguiendo las banderas de los apóstatas
y
he–
rejes extraños
y
regnícolas, no es tanto guerra
á
los Jesuitas simplemente, cuanto guerra en–
mascarada
á
los dogmas,
á
la moral
y
á
la au–
toridad de la lglésia Católica.
Contra este espléndido título de la Compa–
ñía de Jesús
á
la veneracion de todo
o
uen
ca–
tólico, objetan algunos lobos cubiertos con
piel de oveja, que lo tenía efectivamente an–
tes de su
condenacion
por el Papa Clemente
XIV, pero nó después de dicha condenacion.
En nuestro próximo Qapítulo examinarémos el
valor ,de este especioso argumento.
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