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HISTORIA ECLESIASTICA
Sigló
tos~
se
viéron
en
público
y
en
partiGular
si
XVII.
temor
y
sin so pecha
~
y
viviéron
juntos
c
1
todas
partes con
dulce
fan1iliaridad, sin trae
jamas
lc>
pasado
á
la memoria
sino
para
da
á
la coriversacion dichos graciosos
y
anccdo
tas
interesantes.
En
fin,
llegó
á
ser
el trat•
recíproco
entre los ciu
nos
tan
fcicil
e1
poco tiempo,
y
tari
estrecho
como
si
jama:
los
hubieran dívidido la política
y
la dis·:
cordÍa.r
.
Quando
Luis
XIV.
se puso
ai frente
dt
sus
Ministros ,
no
para gobernar por
ello5:
sino
para
darles exemplo de traba jo,
y
des-,
pues que los ilustró con
sus luces , cono·
ció
la necesidad
de
oc
u
par
con
tinuament•
una nacion viva
y
togosa
~
cuya
actividad lle·
gaba
á
ser
inquieta
y
turbulenta al
púntt
que
la
faltaba
cebo, Ayudado
por
un Col•
bert,
el
hombre
mas
grande
y
mas cJpaz
servir
á
un RrÍncipe
tal ,
abrió
mil catnin
á
su
inclioacio11
1
y
ofreció mil medios
p~
ra
exercitarla acertando
en
dar
~
la
ociosidad
m.isma
y
á
la indolencia
ocupaciones
de s"
gnsto ,
que
las
hiciéron útiles.
La
guerr3
y
las negociaciones , las cÍencias
y
las
artes ,
manufacturas
y
el comercio
,
los
monum
t
y
traba
jos públicos ,
la
Real
H cienda
y
]J.
legi lacion,
los
espectáculos
y
las
fie!–
t
s ,
t
do
se
puso en
exercicio
para
dar 3
to–
do
los ciudadanos la ocasion de
manifestar
los