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HISTORIA ECLESIASTTCA
Siglo das
parte~
la ventaja;
y
si a] guna vez eran
X VII.
:l
Fcrtunadas
las
armas
de }os rebeldec; ,
e~ta
mi , n1a prosperidad no servia mas que para
debi litarl os ,
y
las pérdidas que
teni:1n
al
mi n1o ti empo, no eran n1edios, que
pudie–
sen conducirlos
a}
logro de sus
designio~.
El i
ingenio de Richelieu influía en t0das
las
em·:
pr~ " as
dirigidas
por
sus órdenes ;
y
todos~
aquellos de quien se
valia ,
parece que dis-·
putaban entre
sí quién
habia
.de
ayudar
á
sus ~
ideas con mas zclo
y
actividad. Sabíase, que
no
perdonaba
nada ;
y
se ten1ia toda
vía
mas'
el
desagradar le,
!'}U
e se deseaba el merecer_
su favor ;
y
esta idea con1unica ba
á
los
ofi ..."
ciales de todos grados un ardor , una vigi–
lancia , que no siempre
inspirJn
el cumpli–
miento de
la
obligacion ni el honor; pero
este Ministro estab:t entónces expuesto al
odio,
y
á
las tramas de los cortesanos. Su
poder reciennacido parecia que se trastorna–
ba algunas veces. Todos los Grandes eran
sus enemigos, porque uno de los proyec–
tos de su polltica era abatirlos ;
y
para
mantenerse contra ellos ,_
no babia logrJdo
tomar
aun
sobre el corazon del Rey aquel
imperio con qne lo don1inó despues.
Así
que necesit aba de la p Jz pa ra sí mismo,
y
se aprovechó d e la primera oca sion que se
present6 , par J d á rsela
á
los
C a l v i ni s t a~ .
Po r
e ntónces
le
bast
ba
ha berles mostrado lo
q ue