por·
~u
instruccion
y
su
regular1dad.
Lo que
~ig1o
·
1ablamos es de los tiempos a,nterio.res al ajuste
XVII~
de·
176 3,
en
virtud.
qel qual ha
cedido la
Fran-
cia
todo este gran .Pais
á
los
Ing1ese.s.
No
sabemos
quál
sea el
estado . de
la Religion
en
el
Canadá ;
y
lo .único
que podemos ase-
lgurar
es ,
que
muchos
Misioneros
Seculares
y
.Regulares,
dueños de
volver
á
pasar
á
Eu-
ropa ,
han
querido mejor quedarse
con·
sus
amados: convertidos,
y
acabar
sus
dias en.. _
tre
ellos, que
no venir
á
gozar las dulzu-
ras
del descanso en el
setlo
de
su
patria.
t
Entretanto que la Iglesia reparaba baxó
de
otro emisferio las pérdidas que la here–
gía
y
el
cisma
le
habian
causado
en el an–
tigQo continente ,
se
hacian
todavía
en
sq
favor nuevas conquistas baxo el ardiente Cie.J
lo
del
Africa,
en ]as
orillas del Indo ,
y
hasta
los términos
del
Asia.
Parece
cierto
que
el
Apóstol
Santo
Tomas
babia
llevado
la
lunibre de la Fe
á
las
Indias
Orientales,
de lo qual
es
prueba una compañía de
Chris–
tianos,
que
se
habia perpetuado
hasta el
tien1-
po
en que los Portugueses
viniéron
á
esta•
blecerse en
estas ricas
con1arcas.
Los que
componian
ent6nces esta
Iglesia ,
esparcida
por la
costa
del
Malabar,
y
por las tier..
ras vecinas, se llamaban
los
CbristiJnos ,
de
1
Santo
Totnas ,
se
preciaban en
extremo
de
este
tÍtulo, mirándolo
con1o un testin1onio
•
M
4
1n-