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póstoles de Belial, se convirtieran en
apóstoles de
Cristo! Pero
la mano
del
Sei?.or no
está
ab1·et•iada,
como dice el Profeta Isaias,
y
de hijos de maldi...
cion, puede tornarlos en hijos de bendicion.
"¡Permita Dios [h
J
que conmovidos a la vista
"de esta madre (la lgle&ia) llena de amargúra
y
de
"amor determinen consolarla por medio de saluda–
''ble penitencia ,
y
derramando sobre sus llagas el
"balsamo de las lagrirnas! ¡Permita Dios que se a.
"presuren a reparar el mal sin dar tiempo a que cai–
"ga sobre ellos el castigo que Dios reserva a
los
"que tienen la audacia de atropellar, violar
y
per–
"seguir a su Iglesia! ¡Por lo que a mi toca, amados
'·hermanos
y
caros hijos, no ceso dia
y
noche de
" pedir
y
suplicar con ardor aÍ Padre Clementisimo
"que se digne volver por wedió de su gracia, a to–
"dos los extraviado$ al sendero de la verdad, de la
"justicia,
y
de la salvacion,
y
que por su virtud to–
"do poderosa, haga
~ue
la Iglesia, tan ardientemente
" combatida, tan cruelmente aflijida por ·las manio–
" bras detestables de hombres impíos, pueda quitar
" el luto, enjugar sus lágrimas,
y
tomando vestido de
" regocijo vea · cada dia con brillantes triunfos acre–
"centar s-u fuerza
y
su hermosura de oriente a oc–
' 'ddepte"!
Mientr-as tanto, mi coraz<;m
se ha complacido
en el
Senor al ver la santa indignacion con que
haheis
mira.dolos ataques con que se pretende pro–
bar la firmeza de vuestra creencia, .vuestr¡¡ constan ·
cia
y
catolicismo. Esos ataques no han encontrado,
(h)
Pa li! br as de S.
S.
el
Sr.
Pío
IX en su
alocucion ·
de
f! '1
de Di ciembr e d e 1852.