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base ó asiento de toda otra, es acaso la
única, la sola garantía y áncora de salva–
cion que resta
á
la humanidad, en la crísis
que
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atraviesa de completa disolucion y
mue
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rte. Cuando la educacion maternal ha
llenado digna y santamente su alta y de–
licada mision; es decir, si inició al niño en
el amor y respeto de Dios, si le enseñó á
amar á sus semej ante s, á reprimir sus pa–
siones, y á escuchar los preceptos de la ra–
zon y la voz de la. conciencia, habrá arrai–
gado en el ánimo de su h ijo el principio y
los gérmenes del bien. E l niño será enton–
ces como árbol plan tado junto á las cor–
r ientes de las aguas, que dará su fruto en
el debido tiempo,
y
cuya hoja no caerá
nunca; y cuanto él hiciére tendrá próspero
efecto. (Salmo l.
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)
Será sensible
y
agra–
decido á los consejos y á las deferencias y
cuidados de sus maestros: luchará sin te–
mor con las dificultades que se ofrecen en
el cultivo de las ciencias
y
de las artes,
y
formará el embeleso y encanto de los bue–
nos, y la gloria de aquellos que, sin temor
de la fatiga
y
de la contradiccion, supie–
ron formar un carácter tan bello y tan ama–
ble. La sociedad recibirá á este nuevo indi–
viduo como un presente del Ciel o, y sefe–
licitará por la adquisicion de un elemento