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citud de todo poder humano, así como
á
su proteccion
y
á
sus beneficios. Toda au–
toridad divina
ó
humana, el Sacerdote
y
el Príncipe, el Padre
y
el Maestro, el Ma–
gistrado
y
el militar, la familia, la socie–
dad, todo existe por él
y
para
él.
Todas
las instituciones humanas, todas las leyes,
la religion, la Providencia misma, todo se
destina
y
se ocupa del niño: así pues todo
ha de servir
y
cooperar
á
su conservacion
y
á
su desarrollo; esto es,
á
su educacion.
Hé aquí la grande obra que nace en el se–
no de la familia, y ha de terminar en el se–
no del mismo Dios.
La educacion encierra en sí las ideas
mas grandes
y
nobles, las mas bellas
y
su–
blimes. Es una fuerza de creacion, que
despierta
y
arranca al hombre del sueño
mas profundo,-la ignorancia absoluta
~n
que nace; que suelta
y
agilita los órga–
nos físicos, desarrolla
y
encamina todos
sus instintos
y
fuerzas. Sus elementos
constitutivos
y
esenciales son la autori–
dad paterna, la fuerza, la ciencia, el cari–
ño
y
el celo del maestro,
y
una docilidad
absoluta en el discípulo; fuerza, inteligen–
cia
y
amor, cuya fórmula es la ley del tra–
bajo impuesta
á
todo el género humano,