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Ahás y Oaifás intentaron estorba rle e l ejercicio de su

ministerio (l), y que han repetido los romanos Pontífi–

ces, como senci lla y suhlirne fórmula de la santidad de

sus dc>heres, de la fortaleza de su espíritu y de la gra–

vedad de sus consejos. Y todo esto, con todas sus glo·

rias

y

todas sus grand ezas, ¿habrá de saúificarse, an·

te las infundadas

y

c aprichosas pretensiones ele los

gobiernos civ il es? N o; lo que la Santa Sede hace con

número, peso

y

medida , será valedero

y

estable, con

la dobl e firmeza tle su autoridad augusta

y

de su in–

mutabiliclad hi stórica.

La prudente le ntitucl observada por e l Papa, en la

cuestion del Arzobi spado, al mismo tiempo que cl e–

mupstra su dw:iclicla voluntacl de evita r todo conflicto

con la potes tacl civi l, manifi esta la imposibiliclacl de

retroceder, hRhi énclose ponderado tanto la resolucion

acloptada. Movido por ese espíritu de paternal con·

descendencia para con f' l Gobierno del Pt:rú, ha espe–

rado siempre la oportunidad ele que la provision del

Ar~~:obispado

se hici ese con e l ng raclo del Gobierno,

y e

mpleRclo, mi e ntra s tanto, los medios mas e fica–

c.es,

para proveer

á

las necesidades de la Iglf's ia ,

sin

dar el menor pre texto de di sgusto

á

la autoridad

civil. Por eso, cuando el

J

d e del Es tado le dirigió

preces , rogándo le que nombrase Arzopis po de Li–

ma a l Ilustrísimo se ñor Valle, viendo que ningun

irnpeclimcnto canóni-co se oponia á la institucion pe–

dida, las acog i6 be nignamente, ord enó qu e se expi·

diesen las correspond ie nt es Letras Apostólicas, anun·

ció al munclo católico la in stitucion de l nuevo Ar–

zobispo, .itmto eon la del Ar zobi spo r!e Baltimore

y

otros Obi spos, f'n e l C onsistorio de 29 de J ulio,

y

dis–

puso que se le rPmiti ese el Sag rado Palio. Calma

y

lentitud , ant es

d ~

pror.ecl e r; inqu e bran tabl e firmeza

para mRn tener sus der.i sio nes : t a l es la políti ca de la

San ta Sede; ni puede se r otra la de cua lqui er poder

público, qu,c estime su dignidad

y

su honra .

[1] Véanse los Hechos de los Apóstoles, cap. IV.

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