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desbarrancarse y que estando en el suelo vió que D. Juan
Antonio bajaba con el sable en la mano, y la esponente cÓr–
rio hasta la cosina
~e
la
ca~a
á
esconconderse creyendo que
la seguía, y que habiendo t1sto que se salió
á
la calle, quiso
ver donde iba y puesta en la pue rta vió que se bajaba como
para donde el Sr. obispo en cuyo acto pasaba D. Manuel
J osé Velarde y le avisó todo lo que le había sucedido y
tie~
ne declarado este, y luego se fue
á.
avisar
á
su señora quien
se echó
á
llorar con este aviso, y que clespues ha oido decir
j enera lmente que D. Juan Antonio había idó
á
querer matar ,
al Sr. obispo. T odo lo que dij o ser la verdad
á
·cargo del
juramento que tiene he cho en que se afirma y ratifica: leida
que le ha sido esta su declaracion que no le tocan las jene–
les de la ley, y es de edad de 42 años,
y
no firmó por que
dij o no saber escribir, hicieronlo los señores juez y auditor
por ante mi de que doy
fe--Saco--Ui·eta.:...~Juan
N epmnuce·
11.0
Cegarm-En
la ciudad de Arequipa
á 17
dia:s de! mes de
octubre de .l 834 años; compare_ció ante el Sr. juez de es–
ta causa D. Manuel Lazo 'de la Vega, ainaimense de la se–
cretaria del 111mo. Sr. obi spo de ·esta' Diocesis, de quien su se–
ñoria por ante mi el escribano le recibió juramento que lo
hizo por- Dios nuestro señor
y
una señal de cruz en forma de
derecho, en cuyo cargo prometió dec ir verdad en lo que
su~
piere y fuere preguntado, y habiendolo sido por el tenor de
la declaracion de foj as 25, dijo
y
declaró lo siguiente: que
hallandose el declarante en el patio de la casa del Sr. obis–
po
e1
sabado
11
del. corriente como
á
horas de las
S
y me–
dia de la mañana segun se lo espuso D. Juan Antonio
Vi~
ji! que acabab¡¡. de presentarse en aquel sitio, le preguntó al
esponente por el Sr. obispo, ascgurandole que tenia preci–
sion de . hablarle,
y
que si podria verlo: que el declarante
le contestó que era hora incompetente
y
que •tuviese la bon–
dad de aguardarl e ó de darse la vuelta ·hasta
la~
9
de . la
mañana, hora en que ·podia vérlo: que le repuso el Sr.
·y¡_
ji! que eran las
s·y
media de la maí}ana, y que
e~trañaba
que el Sr. obi spo que acostumbraDa madrugar no se le pu–
diese ver hasta esa hora,
á
lo que le contestó el espont:lnte
que esa costumbre dependía de la buena ó mala di sposicion
en que se hallaba el Sr. obispo, y luego le volvió
á
instar di–
cho Sr. Vijil al .que deClara que le avisase
á
su lllma.·que
estaba allí D. Juan Antonio Vijil
y
que le preéisaba muchQ
ba:blarle, pues en este momento solo sabia que era
.~i9ho
Sr•
. '5
.