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AL lLUSTRISHIO
SEÑOR
OBISPO ·DE
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S~l't'li11'.RTI~,
DEL
CONSEJO
DE
S.
l\l.
Iwsrmsm10
SE~OR
!
Es
la imprenta una de esas prodigiosas invenciones, que segun el
uso bueno ó malo que de ella se haga, vendrá
á
ser ó muy útil
ó
muy pe1judicial. Desgraciadamente una gran parte de ella se ha
desbordado en nuestros días, traspasando con audacia los límites
que le impone la religion, la ley
y
la razon, dando motivo á que
los Prelados de la Iglesia, como depositarios de la
fe
y
maestros de
las costumbres, levantaran su voz autorizada contra algunas de sus
producciones' censurándolas con notas teológicas y prohibiendo su
lectura como nociva.
La prensa establecida en la capital de ese obispado no per–
tenece al número de las que provocaron la justa indignacion
de S. S.
I.
Su constante propósito, así como el del Editot· del li–
bro que anunciaf!IOS, tanto en la corte como en esa villa, ha sido,
es, y Dios mediante será no imprimir otras obras que las de doc–
trina pura y sana ;
y
siempre con prévia licencia
y
aprobacion
de
S.
S.
I.
Pasando por estos trámites legítimos, se emprendió la reimpre–
sion de
la
obra intitulada REFORMACION CRISTIANA del P.
Fran–
cisco de Castro, título que indica bastante el objeto que se propuso
el autor, el mismo indudablemente que ocupa la atencion
y
desve–
los apostólicos de S. S.
I.,
y
el mismo que me ha
m~ido
á de-