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VIER"NES CUARTO
utilidad
y
su excelencia. Esta exacta observancia es qui·eh
pos
hace perfectamente dichosas.
La epístola es del capítulo 17 del tercer libro de los
Reyes. Habiendo ido Elías
á
Sarepta, ciudad de los sido–
nios en Fenicia, de órden de Dios, á tiempo que . una ho–
rrible hambre desolaba todo el pais.,. multiplicó
milag.ro–samente un puñado de harina
y
un poco de aceyte; de suer–
te, que una buena muger, que lo hospedaba en' su casa,
tuvo con ello bastante para ·mantenerse
á
sí,
á
sus hijos,
y
tambien al Profeta, todo el tiempo que duró la seque–
dad. Esta muger tenia un hijo, el cual cayó enfermo: fue
el mal tan violento, ·que el muchacho murió. La madre
desconsolada vino
á
arrojarse
á
los pies del Profeta, que
por dicha suya se hallaba en su casa;
y
penetrada del
mas vivo dolor, le dixo: No me has conservado la vi–
da, varan de Dios, sino para darme el desconsuelo de ver
morir á mi hijo, que era todo mi consuelo
y
toda la es-
. peranza de mi familia. No has venido
á
"mi casa sino
para acordarme mis iniqU-idades,
y
castigármelas. El rex–
ceso de su dolor no la permitió decir mas; pero Sus ge–
midos
y
lloros hablaban mas alto que pudieran hacerlo
sus voces, Elías se movió
á
compasion de su desgracia,
y
la dixo que la diera el cádá ver de su hijo. Tomólo el
Profeta, llevólo al cuarto donde se retiraba, lo .puso so–
bre su cama;
y
levantando su voz al Señor, le hizo esta
corta, pero fervososa deprecacion: Señor Dios mio,
i
por–
qué esta buena viuda, que me hace la caridad de man–
t enerme lo mas bien que puede, por qué ha de tener el
disgusto de ver muerto
á
su hijo? Dicho e to, se puso
sobre el niño por tres veces, acomodando su cuerpo al
cuerpecito del niño, no cesando de suplicar al Señor que
le volviera la vida, volviendo á hacer entrar su alma en
su cuerpo:
Revertatur, obsecro, anima pueri hujus in vís–
cera e;us.
El Señor oyó al punto la oracion del Profeta,
y
le
volvió al niño la vida. Tomólo Elías en sus brazo ,
habiendo baxado de su cuarto, lo puso en manos de su
madre, la cual, transportada toda de gozo, le dix : Aho–
ra conozco
á
vi ta de e ta accion, que er s verdadera–
mente un varan de Dios,
y
que el espíritu del eñor ha–
b i· por
tu
boca. La proteccion de las gentes de bien es