~OVIEMBRE~
DIA
XXX~
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r es de hombres
;
y eri el mismo instante dexáron las re–
des ,
el
barco
y
el
oficiq para dar principio
a
la vida apos–
tólica, siendo los primeros que fuéron llamados al apos–
tolado. Habiendo predicado San Andres por
al
1
un tiempo
en la pro vü1 cia de Jude8., corrió todas las de la Tracia
y
del
Epyro, venciendo los trabajos inseparables del mi–
nis terio apostólico con aquella generúsidad que co rres–
pondia
a
un apóstol que habia recibido
l.aspr imicias de
la vocacion celestial. Visitó la Scitia, la Capadocia, la
Galacia, la Bitinia, hasta los confines del mar Negro P¡!–
netró hasta la misma Albania, dilatando en todas partes
el
imperio de
Jesu~ Ch risto,
y
destruyendo en todas
el
del príncipe de las tinieblas. Habiendo ilustr do las re–
feridas provincias con las luces de
la fe,
enrró en Patrás,
c iudad de la de Acaya, donde continuó predicando el
evangelio.
Era
procónsul de la provincia Egeas;
y
noti–
cio o de lo que pasaba, partió en diligencia
a
Patrás para
a tajar los progresos de Ja fe,
y
mantener el cu lto de sus
fa lsos dioses. Inflamado Andres en
apo
tólico zelo, pasó
rnmediatamente
a
verse con el procónsul ,
y
le habló en
e
tos términos:
Razon seria, ó Egias, que pues tienes po–
der para juzgar
a
otros hombres, reconocieses al juez que
te ha de j uzgar
a
ti
y a
todos: que reconociéndole
,
tri-
.
hutases
a
su soberana grandeza el respeto que se la debe;
.Y
que rindiéndole el culto de suprema adoracion, en lugar
del sacrílego incienro que ofreces
a
esas mentidas deida–
des, las tratases con soberano desprecio.
Atónito,
el
p ro–
cónsul, al oir semejante discurso, le
p
e~untó:
Con qué
tú
eres aquel Andres que hace profesion de destruir lo$
templos de nuestros dioses
,y
de predicar una nueva
reli–
gion. proscripta por las leyes del i ·nperio? Esas leyes.
re–
plicó Andres ,
las prornulgáron unos prfncipes que
no
~o
nDciéron el gran misterio de nuestra redencion
,
y
co1110
'el
hijo de Dios desarmó las potestades
del
i11fierno, rompien–
do las cadenas de nuestra esclavitud para restituirnos
d
una gloriosa libertad. Con
to.loeso .
repulio el procóns ul,
ese que tú llamas hijo de
Diru
no pudo impedir que los
judíos le prendiesen,
y
le hiciesen espirar ignominiosamen–
te
en una cruz.. Es cierto,
(
r.eplicó el apóscol)
que
en una
cruz espiró Pero dónde
hay
éosa mas gloriosa que la cruz'?
En ella murió por nuestro amor
,y
por redil1'ir de la cul-
.
.
Ff
~ul-