AÑO CHRlSTIANO.
entran tan
os
el dia de
hoy
en nuest ras
igh.:
ias
~
V
ifr~ns_
ma de una vez
a
los mas august s emperadores ,
a
las
mayo
emperatrices
y
reynas ir arrastrando de rodilla
por aq ello santos lugares: véese
hoy
ent ra r en nuts tros
san tuarios con la misma devocion, con la mi mamo es ti a,
con la
mi ma
relig ion , así
a
los grandes del mundo, como
a l mas ínfimo pu blo? Buen Dios! qué se hizo de nue
t
a re–
ligion
!
qué
de nuestra fe!
P U NTO
SE
G U N DO.
C
onsi dera que siendo nuestras iglesias el santuario
de
la divinidad , y nuestros altares el trono del Dios
vivo, no se puede entrar ni estar en ellas con poco re pe–
to, si n cometer un crímen irreligioso,
y
una escanda o a
impiedad.
Pe.rose consideran hoy como tales las inmodes·
tias, la irr verencifa. y
la
profanacion con que se
entr~
y
con que se
está
en los sag rados templos
~
Estos pee
do ,
sobre no ser
de
su naturaleza ligeros, son muy comune ,
son casi universales ; mas quántbs hay que se arrepientan
verdaderamente de ellos? Quántos que lo confiesen?
Y
por–
que no se confi e en, porque sean tan comunes y tan univer–
sales, dexarán de ser ménos enormes de
suyo~
Serán ménos
severamente
castigados~
Ultrajarán ménos
la
magestad
y
la santidad de todo un Dios? lrritarán ménos su
cólera~
Ah! que este ayre indevoto, orgulloso, distraido, disipa–
do: esas posturas arrogantes, indecentes
y
escandalosas con
que se está en las iglesias han de causar crueles sobresal–
tos, amargos a rr epentimientos en la hora de la muerte.
Con qué distinta cara se representarán
a
una alma alum–
brada entónces con las vivas luces de la fe! Son nuestras
igle–
sias como la sala de audiencia de nuestro Dios:
Allí
es donde
propiamente escucha nuestras súplicas, recibe nue tros
vo–
tos, despacha nuestras peticiones. Llámanse oratorios nues–
tras iglesias porque en ellas particularmente quiere el Señor
que se le haga oracion.
En
este lugar santo prometió ser
fa–
vorable
a
su pueblo' recibir y dar expediente
a
nuestros
memoriales. Pues ahora, la indecencia con que nos dexa
4
mos ver en
él:
la indevocion con que nos presentamos
él
su vis ta :
las
irreverencias que allí se cometen , nos servi–
rán de grande recomendacion con el soberano dueño aquien
venimos (} pedir, con el supremo juez cuyas gracias veni-
mos