ENERO. DIA XXIX.
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na , se reconoée el que se .hace en la virtud. Unas mo–
dales llenas de altanería, y de desprecio; unos ímpetus de
un
genio inquieto,
y
enfadoso; unos fuegos de arrebata–
miento, y de cólera, siempre son efecto de una concien–
cia poco tranquíla ,
y
freqüentísimamente de un corazon
atestad.o de pecados.
Pues Vos quereis , dulcísimo Jesus mio, que yq apren–
da de Vos la ·dulzura ,. y la hum,ildad, dadme Vos mis–
mo esta docilidad tan necesaria. Tiempo
era
ya de que yo
la hubiese aprendido desde que V
os
me enseñasteis tan im–
portante leccion. Pero al
fin
esto es hecho ; desde _hoy en
adelante estoy resuelto
a
declararme por discípulo vuestro;
y
quiero que singularmente se conozca en qué Escuela
es–
tudio, por mi humildad,
y
por mi dulzura.
J
ACU LATOR I AS.
Heáti mites, quóniam ipsi possidébunt terram.
Matth.
5•
Bienaventurados los mansos , porque ellos poseerán
/
la tierra.
Beáti paclfici, quóniam
filii
Dei vocabúntur.
Matth. 5.
Bienaventurados los pacíficos , porque ellos serán llama–
. dos hijos de Dios.
P R O P O S I TO S •
. HAllandote bien convencido del mérito ,
y
de las
utilidades de la dulzura christiana , haz séria refle–
xíon sobre t í mismo , sobre tu genio., sobi;e tus vivezas,
sobre tus ímpetus' sobre tu conducta; y examina si esta
amable virtud es tu carácter ,
ó
si por el contrario sola–
mente la conoces por el nombre. Trae
a
la memoria
aquellos impetuosos movimientos de un natural vivo,
y
ardiente ; aquella enfadosa taciturnidad , hija de un hu–
mor adusto, y extravagante; aquellas respuestas secas,
y
desabridas ; aquellas modales duras , agrestes ,
y
des–
preciativas; aquellas ·altaner ías insop ortables; aquel las pa–
labras avinagradas,
y
llenas de hiel ; aquel se_mblante
obscuro-, ceñudo ,
y
negativo; aquel tono de voz lle–
no de fiereza ,
y
de severidad; en fin aquellos torrentes de
injurias, aquellos fuegos, aquellas cóleras, aquellos arre-,
batamientos , que muchas veces tocan la raya del furor.
Exa-