DEVOTOS.
dó,
aturdió al Gobernador, pero no
le
suavizó, an–
tes bien pareció irritarse mas con ella;
y
así mostran....
do un semblante áspero
y
amenazador, le dixo : Pues
estás resuelto á acabar tu vida en los tormentos, biett
pronto quedarás satisfecho,
y
veremos si hablas tao
alto ea medio de 1os suplicios.
~No
ves estos horri–
bles
instrumentos~
Los veo, replicó el Santo; pero tú
no ves los Angeles del Dios omnipotente, que están
al rededór de mí , para alentarrr:ie
y
fortalecerme en
los suplicios. Arriano le pidió susJibros, sin duda pa:...
ra quemarlos; pero el Santo le respondió sonriendo"–
se , que sus libros eran sus ·hijos ,
y
que era precis(j)
que un padre fuese muy inhumano para entregar sús
hijos al último suplicio. Irritado el Juez con.una res..
puesta tan generosa, le hizo 'meter dentro de las ore–
jas hierros hechos ascuas, cuyo efeéto fue tan violen–
to , que le hicieron saltar los ojos de la cabeza.
Sa~
Timotéo sufrió este horrible tormento con una pa–
ciencia heróyca, y aun mostró alegrarse ·de haber
perdido un sentido , que muchas veces no sirve sino
de motivo de escandalo.
Como el Santo no cesaba de alabar
á
Dios,
y
pu~
- blicar sus maravilla,s, el Tirano le hizo colgar de los
pies
á
un poste , con
un~
gran piedra atada al .cue–
llo , y una mordaza en la boca , para que no pudiese
hablar. Como su paciencia en un estado tan doloro30
causaba admir.acion á todos, no faltó quien dixese al
Juez , que hacía poco que se habia casado ,
y
que
pues nada se conseguia con los tormentos , era me-
.nester emplear pára vencerle ó traerle
á
su partido.
la ternura
que no
pódia menos
de
tener
á
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10
u-
ger.
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Ar-
Dia XIX.
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