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s
Didembre.
tidad
y
los -insignes privilegios de ; la Santísima
Vir~
gen , quanto el espíritu de error las atacaba
COll
mayor malignidad ;
el
zelo en hacer de ella lo!
mas freqüentes elógios , en edificarla Templos mag–
RÍficos, este zelo tan
vivo,
tan universal , tan cons–
tante,
~
podia tener otro fundamento ·que una tradi–
cion establecida , que cada dia se ha ido fortificando
mas ,
y
que no ha sido combatida sino por aquellos
que la Iglesia ha arrojado de su
seno~
El consentimiento unánime de todas las nacio–
nes en honrar con un culto particular á la Santísima
Virgen, es tambien una prueba bien sensible de·su ex..
celencia y de su grandeza; porque
~cómo
era posi–
ble que pueblos tan distantes de costumbres tan di–
ferentes, hubiesen podido , por tantos siglos , conve..:.
nir en este punto, sino hubiesen mirado
á
María
co~
mo mucho mas elevada por su dignidadr'y por ·su
mérito, que
d
resto de todos los hombres y Ange'4
les~ ~Los
Templos consagrados
á
honra suya en
to~
dos los siglos y en todos los países del mundo , no
nos d ben empeñará darla el culto que la es
debido~
Jacobo de Valencia,
Obispo
·de Christópoli, ex–
plicando estas palabras:
Beatam me dicent ámnes ge–
neratiOnes:
todas las generaciones me llamarán Qiena–
venjurada; refiere un hecho que muestra la vene–
racion
y
aprecio en que los mismos Infieles tienen
á
la
Madre de Dios. Cuenta, que en el Pontificado de
Juan XXII, un hijo del Rey de Armenia vino
á
Avi-.
ñon, residencia entonces de los Sumos Pontífices.
Co–
mo su designio era ver todos los exercicios de la Re–
ligion Christiana, asistía
á
todas las ceremoaias de
Religion. El dia de la Fiesta de
Ja
Inmaculada Con-
cep~