DEVOTOS.
cho en ellós;
y
obligado
á
defender 'Conclusiones pú- Dia XXI.
blicas al fin de sus estudios, le persuadía su humil-
dad
á
que de prop6sito se mostrase ignorante , '/;
hubo
menest~r
toda su docilidad
y
rendimiento
pa.
ra sujerarse en esto
á
su Direétor
y
á
su Maestro:
Mereci6 en aquella funcion los aplausos de todo
el
Colegio ·Romano,
Y.
no tuvo
poco
que padecer
su
modestia.
' •
'
Pocos meses ilespues que volvió
á
Roma se sus•
citó cierta diferencia entre su hermano Rodulfo
y
el
Duque de Mántua sobre la succesion al Señorío de
Solferino , con cuya ocasion se vió precisado el Pa–
dre General
á
enviarle
á
Castellón. Recibianle en
todas partes como á un Angel venido del Cielo ;
y,
la Marquesa su madre luego que le vió se sinti6
movida de cierta especie de veneracion , que sin li–
bertad la hizo poner las rodillas ea tierra ; tanto
fue
el
respeto ,
y
tan grande el
1
concepro que
foi:–
mó de
la
santidad de su hijo. Siempre que salia'
de palacio se encontraba con una multirud de gente;
formada en dos alas , que le llenaba de bendicio–
nes
y
se deshacía en tiernas lágrimas ;
y
quando
se
retiraban todos
á
su casa, decían :
Ya hemos visto
al
Santo.
No obstante lo irritado que estaba el Du·
que de Mántua con el Marques de Castellón, y en•
medio de "hallarse los ·finimos sobradamente encen–
didos, apenas, ·los: habló este Angel de paz, quan•
do se compusieron il1s diferencias _; restituy6sele a[
Marques el Señerii> de Solferino',
y
quedó mas só–
lida
y
mas estrechamente arraygada que nunca la
amistad entre
los
do¡ Príncipes. Nunca se
vió
re•
conciliacion mas lincí:p.,
y
.des~e
luego.
se
calific&
¡:;,
3.
por