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DEVOTOS.

RE F LE XI O N E S.

O

Di

os

,

que te has acordado de mí

,

y

no

has

abandonado

a

los que te aman.

Algunas ve–

ces

parece se olvida Dios de sus mas fieles Siervos,

y

que abandona

a

la

malicia

'a

la

envidia ' al ódio

de sus enemigos,

a

los

que le aman. Pero despues

ele todo lo que ha dicho,

y

de todo lo que ha he–

cho para convencernos del cuidado patern·il ,

y

de

la

extremada ternura con que mira

a

todo los

l

le sirven ,

~se

puede sin impiedad tener

rn1:i.

idéa de

Dios tan indigna de su Magestad

?

Sentite di:: Dómi–

no in bonitate,

tened sentimientos dignos de

la

bon–

.dad del Señor.

Yo

sé , Dios mio, decia el Profeta,

yo

sé,

sin que pueda haber duda en ello, que Vos no

~bandonareis

jamás

a

los que

os

buscan 'pero

a

los

que

os

buscan, añade el Sabio, con la simplicidad

de nn corazon reél:o :

In simplicitate cordis.

¡Cosa

estraña

!

Nuestro propio corazon

se

nos escapa al

mismo tiempo que creíamos haberlo fixado en Dios.

La propension natural que tiene

a

las criaturas, se lo

·lleva trás sí; el amor propio favorece siempre su huí-

-cla,

y

nunca le faltan pretextos especiosos con que

disfrazar su rebelion contra Dios. Motivos de zelo,

de devocion , de canidad ;

se

conservan todos estos

grandes nombres, para acallar todos los remordimien–

tos por medio de estos hermosos tirulos. El espiritu,

que ordinariamente sigue la suerte del corazon,

se

sirve de su razoh

y

de sus luces , para sosegar ,

y

aquietar la conciencia ;

se

crée buscar

a

Dios , amar

a

Dios , trabajar unicamente por Dios, no propo–

nerse

sino

la

gloria de

Dios,

y

no se busca sino la

pro-.

de

Pasion.