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' DEVOTOS.
nnra ,
la
sensibilidad del mejor corazon que hubo
Santo.
jamás, para concebir lo que padecería Jesu-Christo
con la represemacion viva
y
sensible, de este exce-
so de ingratitud.
.
·
_ ·.
.
En efeéto , el exceso de sus pena: interiores
lo
oprime tanto, que no pudiendo disimularlo, lo ma–
nifiesta
a
sus Apóstoles :
Y
o padezco , les díce , estoy
triste '
y
mi tristeia
es
tári extraordinaria
y
ta ~1
sen–
sible, que es capáz de darme la muerte. Los Após–
tole~én,
y
·en
lugar ·
de
consolarlo ·,~
duermep.
¡ Oh qulce Jesus i:nio
!
¡
y
cómo esta indiferencia
'es
para Vos un cruel tormemo,y una cr 1el i:eprehension
para mí
!
·Vuelve
el
Salvador
al
lugar de
su
Oracion,
y
anmentando su fervor, aumenta sus penas ; nada
se
le escapa
a
su espíritu' ni
a
su corazon ; junta en
su imaginacion todos los tormentos , todas las
cir–
cunst'ancias de su Pasion; penétra todo su rigor , sien–
te,experimenta toda su amargura, se -apodera de
él
un
pavor tan grande,que lo lleva hasta la agonía.¡Oh dul–
ce Jesus mío! ;quánro os cuesta el amarme con tanto
·exceso¡~y
quindo os amaré yo con
menos 'indiferencia~
Pero lo
q
ne
exaspéra
su dolor,
es
el
vér ,
con
un
conocimiento amicipado',..-el
estraño
ábuso' que
ha–
rán tantos pecadores de las gracias que
vá·
a
m~re
cerles con su
sangr~.
Mis pecados, mi insensibilidad
y
mi ingratitud , son una parre
ael
motivo
de
Slt
dQ–
ior ;
lo
es asimismo··la 'traycion de Judas'
y
lo es
el
endurecimiento de su propio pueblo.
¡Ah, dulce Jesus mio! ¡qué trastorno es este.! Vos
-oprimido de tristeza
a
vista de lo
qu~
habeis de padecer
por
m.ispecados;
y
yo que he pecado,quiero pasar
m ·
s
<iias
en fa
alegrfa !
Vos
airasúadó
con
infamia
sin
decir
pa~
\.