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E
K·ÉRCICIÓS
,:. Viernes.
l~ción
1
y
Semejanza
que
li'a'y
entre
Ja. -
Epístola
y
el
·-Evangelio del día.
¿
~-é
hacem.os,decian,
en
qué
J>ensamos? este hombre hace muchos milagros que
lp
ponen en gran
reputa~ion ~
y
hacen creer al
J>uebló qtie
es
el Mesías. Si lo dexamos
libre
,
to–
'do
el mundo creerá en
él.
Y
bien -presto
vá
a
ser re–
~o~ocido
por toda la Nacion
~or
Rey de Jos
Judío~,
·y
p9r el Sal-vador prometido a nuestros padres; lo
'que dará motivo
a
que los Romanos que )no pue..
Clep sufrir otra dominacion que la suya' vengan
a
-ata¡;:arh~s
como
a
unos rebeldes ' y ·destruyan nues–
ftra Ciudad, nuestro Templo, nuestra Nacion.
¡Q¿_1é
-mal se discurre, Dios mio, quando quien discurre
-es la pasion
o
el espíritu de partido
!
Mientras que
los Fariséos creyeron poder desacreditar los mila–
gros del · Salvador , lo atacaron como
i
un enemigo
1
del
verdaderb ~Dios.
El dia de hoy que se vén for–
zados
a
reconocer su poder, procuran
perseguiFl~
co–
-mo
a
enemigo del estado. Así el espfrim de error
1
·1©
hace servir todo
a
sus designios para perder a
t.m ad...
~ersario
temible.
~Pero
en
qué
vinieron
a
parar todas
·estas precauciones de la Synagoga? En atraher sobre
s.í
aquel mismo mal que juzgaba evitar deshaciendose
ne Jesu-Christo. Los Judíos aprehendían que el pue–
blo elegiría
a
Jesu-Christo por Rey, y que los Roma–
nos tratarían
a
su Nacion como rebelde,
y
la qestruí–
rian; pero el delito que este temor imaginario les ha–
~e
emprehender , atrahe b!en presto sobre roda la
Nacion
la
desdicha que ellos
~acen
semblante de que-
'ter· evitar. :
·
-
Despues que se hubo opinado de una
y
otra
parte,
Caifa.s
q
ne·presidía
e!
.Concilio en calidad de
-
s~