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DIA XX.
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carácter, es falsa ,
y
engañosa. Las devociones poco pro–
porcionad?s ,
ó
poco
convenie~tes
á
nuestro es.tado
~
son
pums ilus10nes del orgullo , y del
a~or
propno. Enriase
el enemigo de la. salvadon con esas falsas apariencias de
la credulidad de una alma simple; toda devocion que nos
desvia de nuestro estado es descamino.
No hay error mas grosero , ni mas universal. Todos
quieren. representar
el
papel que no se les ha encargado:
todos quiéren servir
a
Dios en lo que Dios no quiere
que le sirvan.
A
un criado que sirviese no mas que se–
gun su capricho, ningun amo
le
sufriria en su casa mu–
cho tiempo. La observancia de los preceptos,
'la
inocen–
cia , la monificacion ·,
y
todas las
d~mas
virtudes chA:istia–
nas , es cierto que convienen
á
todo género ·de .gentes)
pero no todos los exercicios de devocion convienen
á
to–
dos. El retiro, el freqüente trato con Dios en la oracion;
la ignorancia ,
ó
la abstraccion de los negocios seculares,
y
el
olvido · d sus parientes, son virtudes muy proprias
de un Religioso ;
p~ro
un Oficial , un Magistrado , un pa–
dre d-e familias serian reprehensibles , si fuesen negligentes
en las obligaciones. de sn estado. En cumplir exactamente
con estas obligaciones , y en la fidelidad en hacer lo qi.1e
Dios manda , consiste en rigor la perfecdon del Christia–
no. ¡Qué error tan craso es no concebirla jamas sino en
la soledad , en los desiertos , y en la cima de las mas al:–
tas montañas! Qualquiera tiene en su mano la santidad;
nace la virtud christiana en todas las tierras , en todas las
heredades ·del ·padre de familias ; si algun-a no p1·oduce este
precioso fruto, es culpa de los Obreros•.
¡Qué consuelo tan grande es saber que en todos los
estados puede uno ser santo ,
y
que la santidad propria
de cada
~stado
es muy
fácil! ¡Pero qué dolor , qué tris:–
teza , que
am~rgura
la de no querer ser santo , pudién–
.!lolo_ser tan facilmente!
PUN-