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DIA XIV.
233
IJUr no
tien~n
fin; y aquella vida miserable para los pec4dores,
IJUe
j amáJ se acaba.
~Quién
te emeñó todo1 nor JueiíoJ ,y de–
JirioJ?
le
volvió
á
preguntar Almaquio.
No loJ llameJ así,
di...
xo Tiburcio;
1/ámalos v erdades eterna!,
y
te rupl)nder¿, que
me las imenó el espíritu de mi Señor Jesu-Cbrhto.
~Quién
fué
el
que te llenó la cabeza
d~
tanto¡
disparate~ ?
lnsi ·tió otra vez
el
Prefecto :
~Quánto
tiempo ba que loqueas
,
que perdiste el
juicio,
y
que diste en esas extra-vagancias? Cm v uestt•a licen–
cia, Señor,
respondió modestamente Tiburcio,
la locura,
1'
la extravagancia es adorar por Dios
á
una estatua de pie- .
dra, óde madera; la extravagancia,
y
la locura es preferir un
punado de días llenos de trabajos
,
cuidados
y
amarguras
,
á
una f elicidad llena y eterna4 Quando v ivia ciegamente en el
error en que vos estais ahora
,
entóncu
JÍ
que era verdadera–
mente loco
,
y extravagante; pero despttes que mi Senor Je–
Ju-Christo me abrió los ojos por su infinita misericordia, diJ...
curro con juicio
,
y
hablo con
prudencia~
¿Segun eso tú eres·Cbris·
tiano?
rerlicó
el
Prefecto :
Si Señor,
respondió Tiburcio,
eJa c/,;cba tengo ,
e precio mucbo de ella.
·
l rrirado Al
naqu
o de unas respuestas tan
firme~,
tan
animo as,
y
tan
>rudenres, mandó arrestar
a
Tiburcio;
y
volviéndose
á
aleriano, le dixo:
Ya ves que tu pobre her...
man'J ha perdido la cabeza. Mucbo os equivocais
,
Selíor,
res–
pondió el Santo:
nunca le be visto con mayor juicio. A lo
que v eo ,
replicó Almaquio,
tan loco e1tás tú como él
:
en mi
v ida he visto mayor extravagancia. No siempre hablaréis, ni dis–
curriréis de esa manera,
respondió Valeriana :
algun dia co·
noceréis, aunque tarde, q'Ue la mayor de todas las locuraJ era
creer que unos bombr-es embusteros
,
malvados,)' deshonestos en
vida, se convirtiesen en Dioses·despues de muertos.
2
Qué idea
fiH'm1-ÍS
de la D tvinidad?
~Puede
imag inar que hay mas
qut
un D ios quien no baya perdido el uso de la razon
?
~
Ha11 en el
mundo e)(travagancia mas risible que esa multitud de Dioses,
yrlc
D ;osas?
No
sabiendo Almaqnio qué responder , entró. en
una
especie
de furot: ;
y
sin respetar
la
ilustre calidad de los dos
Santos Confesores , los mandó apalear tan cruelmente), qne
falcó poco .para
que
espirasen en aquel suplicio. En
me-
.
Gg
dio