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DIA XI.
187
año de
45 5·
ltunó
a
Italia
á
Genserico,
Rey
de los Wan–
dalos, el qual entró
en
Roma
sin
resistencia ,
y
por espa-–
cio de catorce días permitió el saquéo de la Ciudad á las
Tropas.
A
ruegos
y
lágrimas dd Santo PontÍfice Leoi1 nun–
dó el barbara Rey que no se quemase la,Ciudad, que se
perdonase
i
la
sangre de los Ciudadanos,. y que frJesen privile–
giadJs del saquéo hs Iglesias principales. En 1uedio de eso fué
btnentaole la desolacion. Procuró el Santo Pastor que su
rebaño
se
aprovechase de ella: hizo reconocer á los Ron1a...
nos , que su ingratitud para con Dios era la: causa de sus ca–
latnidades
y
desdichas , naciendo éstas del ·poco aprecio que
havian
h~cho
<le sus c·onsejos, de su profanidad, de
el
li–
cencioso desórden de
~us
costmnbres .,
y
de
su
obstit1ad'\
in1
peni tenda.
Llevó consigo Genserico nn número prodigioso de Cau–
tivos,
y
con1o se havia apoderado de bs riquezas de Ronu;
los privó al 1nis1no tietnpo de los n1edios que podiah te–
ner para su rescate. ConsolólQs
el
Santo PontÍfice con sus
Cartas ,
y
proct:
r6
socorrerlos taiUbien con sus lin1ostús,
fortificándolos tap -fitmemente en la Fé, que de cautivos
al parecer desgr·adados ' los convirtió en dichosísimos
r
zelosísimos Mi-sioneros de la Religion ,
á
la qual reduxé–
ron tanto número de bárbaros, que San Leon se vió pre–
cisado
á
enviar Pastores para gobernar aquel rebaño, que
.havia aumentado considerablemente el. de Jesu-Christo.
Los esfuerzos de su vigilancia ,
y
de su zelo le daban
tantos alientos que le hadan infatigable en los trabajos.
Apénas se puede cotnprehender cón1o podia bastar un hoin–
bre solo
á
tantas maravillas. Alimentaba continuamente al
Pueblo con el pan de la divina palabra ; quitaba la mas–
cara al error ,
y
le confundía con su doctrina ; era el alma
de todos los Concilios ; proveia
á
todas .las
Iglesia~
del
n1undo en sus necesidades , detenia con sola su presencia
los Exércitqs de los bárbaros; desarmaba con su eloqiien–
da la feroCl dad de los
n1as
fieros conquistadores ; restituia
con su tesan la disciplina Eclesiisticá á su antiguo vigor;
hacia florecer con
tSU
vigilancia· la piedad christiana hasta en
los mas ren1otos ángulos de toda la Chrlstiandad.
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