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dadero efpfrim de Jefu-Chriíl:o, no debe caufar admi-
Día
XXIX!
racion_, que fobrefaliefe tanto en eíl:a virtud.
Y
fobre-
faHendo
canco en
eíl:a virrud, debe eíl:rañarfe mucho
menos que huviefe
r~ducido
tantos Hereges , que
huviefe convertido tantos pecad,0tes, que huviefe he-
cho tantas maravillas. La dulzura en San Francifco de
,Sales no fue virtud de tempera;nento , fino de Reli-'
gion. Neceútó vencerfe , reprimirfe , morrifiqrfe ·.
mucho tiempo, para confeguirla.
N~cefitó
domar
fu
natural ardiente ,
y
lograr tantas viltorias , como le
prefent6 combates. Pero
o
buen Dios!
y
qué deliciofo
es
el
fruto
de eíl:os facrificios
!
Q)¿é
cofa tan dulce,
adquirir una virtud que trae configo tantas otras !
Por
el
progrefo que fe hace en la dulzura chrif–
tiana, fe reconoce el que fe hace en la virmd.
Unas
modale.s llenas de altanería
y
de defprecio; unos Ímpe..
tus de un genio inquieto
y
enfadofo; unos fuegos de
arrebatamiento
y
de cólera , Gempre fon efell:o de una.
conciencia poco tr:rnquíla ,
y
freqi.lentifsimamenre de
un corazon aceíl:ado de pecados.
Pues vos qu.ereis, dulcifslmo Jefüs mio, que
yo
:i.prenda de vos la dulzura
y
la
humild:td , dadme vos
mifmo eíl:a docilidad can necefaria. Tiempo era
yá
de
que yo
b
huviefo aprendido defde que vos me enfe–
ñaíl:eis tan importante leccion. Pero
al
fin efio es he–
cho : defde hoy en adelante eíl:oy refuelto
a
declarar–
me por difcípu_lo vueíl:ro,
y
quiero que fingularmente
fe conozca
en qué
EfcL1ela
eíl:údio,
por mi
humildad,
y
por mi
dufaura.
JA·
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