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COLONIAS DEL RIO DE LA PLATA .
ouques que vayan y vengan de Eu–
ropa, a las puertas de sus casas,
puesto que la colonia esta rodeada
de los <los gran<les brazos del Rio de
la Plata, cuya anchura
e~
de dos
millas.
Esta
circunstancia
les
ofrece tambien defensa contra los
Indios, a lo que. puede agregarse su
propia organizacion militar.
La
Sociedad no podra empezar sus ven–
tas hasta dentro de doce o diez y
-)cho meses, que sera cuando se
hayan realizado todas las mejoras
planteadas, y cuando las tierras se
encuentren en estado de dar inme–
diatos productos. Al mismo tiempo
no piensa enviar mas familias que
las que estan ya contratadas, salvo
aquellas que puedan pagar el viage.
Los arrendamientos hechos hasta la
focha suben a 7,500 duros al año, y
cada día se estan presentando nue–
vos arrendadores.
Las cartas de los colonos dicen
que en el mercado de Buenos Aires
la manteca, las patatas y la harina
estan a precios subidisimos. Seria
estraño que no prosperasen los agri–
cultores situados a un día de distan–
cia de este mercado, teniendo tierras
fertilisimas, libres de diezmos
y
pa–
gando una pequeña cantidad de ar–
riendo y de contribucion.
Los directores, en vista del exe–
lente aspecto que presenta
Sil
em–
presa, la cual hasta ahora no ha
ofrecido el menor
contratiempo,
han resuelto lo sig niente: -
Por cada accion de 500 duros pa–
gados al contado, el accionjsta go-
zará la libre y p,erpctua propiedad?
de que podra tomar posesion inme–
diatamente, de una hacienda cerca–
da, compuesta de 50 acres de tierra
de labor, y 250 de tierra de pasto, a
censo hasta la repartición general de
los terrenos :
juntamente con
los
edificios,
instrumentos
de
labor,
ganado y provisiones por tres años,
en caso de necesitarlos por falta
d~
diligencia o de
fortuna.
Cuando
llegue el termino del pago de los
dividendos de las accio11es, ·se dedu–
ciran 5 libras por 100, y por año,
a.
cada uno de los dueños de estas ha–
ciendas, como equivalente del arren–
damiento durante el tiempo que las
han disfrutado.
Las tierras seran divididas en cua–
tro clases, segun sus ventajas r especti–
va<i.
La primera clase sera para los
colonos accionistas.
La segunda,
para los que sin ser ·accionistas, han
hecho el viage por su cuenta. La
tercera, para los colonos cuyo
via~e
ha sido pagado por la Sociedad. La
cuarta, para los que, hallandose en
este caso, se han monstrado desobe–
dientes a las ordenes de la Sociedad,
en pena de lo cual recibiran las
tierras de mas inferior calidad.
Todas estas disposiciones nos pa-
•
recen tan ingeniosas como sensatas,
y superiores a todo elogio, el celo del
Señor Barber Beaumont, fundador
de la compañia, principal autor de
todos sus planes
y
promotor tan
ilustrado como
infatigable de
la
prosperidad de
las nuevas Repu–
blicas Americanas .