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EL
HOMBItE
su fin tan deseado de la felicidad,
no estaba
~n
ellá, 'niJ)odia hallarse '
sin la Gracia Divina, _que' nos traxo ';
al Mundo nuestro Redenlptor Jestl- ,
.Christo. Con ésta veinos entera–
lnent~
superior la
pa~te
.inteleélu'al
á
la
inferior,
y
corp?rea en millarés '
enteros de personas de todos sexos,
que
goza~
de un entt:ro reposo,
y'
1
aleg~ia
'en esta vida cOll1un; que del
111{sl~nó
lnodo reciben la,muerte'"
y'
lo qu:e ll1as es ,
á
lni parecer" se
ha":
Han
C9~
' la mislna tranquilidád en
la.'
vida,
p'enosa,
y
rodeada tanto de do–
lores?
y
tonnentos del cuerpo, co–
lno de
c~usas
de afliccion ,
y
pasio–
nes de 'éspiritu. Proponensenos
e~
todo
la
,dotta an tigueclad;
y
sus sec–
tas,
yá
la
lnuerte constante de
un
sapieritisinlo Selleca,
yá
la
tranquila
de lln doao Pe'tronio,
y
en fih, tal,
Ó
qual
exenlplo singular de la sabi- ,
dutÍa
hUlllana
en
la tolerancia '
de
los