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i
EL
HOMBRR
cion debelnos procurar el
gran biell
de ser an1ados ,
y
estiL11ados ge-
I
neraltnente. Dicen , que los anti–
guos fingieron la fabula de
Protheo~
que t0111aba tan varias,
y
diversas
fOrfl1aS , para dár
á
atender, que el
tIlas seguro lnodo de ganar las vo–
luntades era la selnejanza de cos–
tU1Tibres con aquellas Naciones,
ó
110L11bres que tratásenl0s,;
y
es lna–
xinla
lTIuy
asent~da,
que para ganar
las voluntades es lnenester senlejar–
se en
las
costulnbres. Bien suena
la
, sentencia ,
ó
maxinla precedente;
pero
111al
se podria poner en prác...
tica el hallarse cuerpo tan robusto,
y
dispuesto
á
la inlitacion de qual–
quiera de
las
costun1bres,
Ó
afros,
que
á
él pertenecen.,
y
animo tan
docil, habil,
y
tenlplado, que
pu–
diese sujetarse á variar los sernblan–
tes, los habitos,
y
las inclinaciones
á
ll1edida
de cada
uno
de
los
indivi.,.
duos,