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Nadie ignora la facilidad con que, a pesar del mayor cuidado, se
incurre en el error de nombres y apellidos, que desde el borrador se
va propagando hasta la prensa, y después de libro en libro, de suerte
que algunas veces no se conocen los autores, ni aún los tratados por
los títulos, hasta que la casualidad o el diligente desvelo encuentra el
volumen (...). Lo peor es que de estos descuidos se van formando
Bibliothecas, en que al fin se aumentarán autores que jamás han
existido, y obras que nunca se escribieron.
Proemio al
Epítome
de Pinelo-Barcia.
Algunos criticarán mi trabajo porque encuentren de menos en él obras
notables u otros impresos: otros, procediendo en sentido contrario,
juzgarán mal el que haya considerado en esta Biblioteca multitud de
papeles o folletos al parecer insignificantes. A los primeros contestaré
lo que llevo dicho, que el bibliógrafo tiene el desconsuelo de saber
que es imposible llenar ese vacío (...). A los segundos les repetiré lo
que dicen los bibliógrafos:
nada
es inútil de lo que ha publicado la
prensa; el que la ha ocupado ha tenido algún propósito; y del impreso
que menos se piensa, se deducen datos de gran importancia para la
historia general o particular.
Mariano Felipe Paz-Soldán.
Biblioteca Peruana
, p. IX-X.
De hoy más los «incunables» —así han dado algunos en llamar a las
publicaciones mejicanas anteriores a 1853 y a las limeñas del siglo
XVI— dejan de ser un mito para convertirse en entidades de la
bibliografía positiva.
Gabriel René-Moreno. Notas inéditas a la
Biblioteca peruana.