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'

REDONDILLAS ENDECASÍLABAS.

Al Illimani.

Salre,

Illima.ni,

maj

est~10so,

inme.1so;

Soli tario le'rantas hasta el cielo

Tu fr ente

qt;e

corona

eterno hi elo,

Do

en

vano

vibra

el sol su

rniyo intcuso.

La

voz

del hombre nunca ha

l'Bsonado

De tus

profundos

hnecos en el seno:

Solo al ruj ir del viento

i

a1 del trueno

El eeo de tu

mole

ha contestado.

El

~gnila

c..'liudal

nunca ha pasaclo

Los

muros

diamantinos de tu

hiolo:

N

unea

la lern sombra de su vnelo

Tus fúlj idos cristales ha cruzado.

Unielo con los cielos, en la tierra

Inmenso bien

den~ma

tu

presencia:

Eu

~.u

torno difnndes

la

existencia,

Cuyo jérmen fecnndo en

ti

se encierra.

1\Iiro a tu planta selvas silenciosas,

Do el

pino,

el cedro

i

el

limon ae mecen,

I en

do:·1de

al lado de la piña

crecen

Pálida n;roma,

purpurinas rosas.

Las

flores

su fragancia deliciosa

En honra tuya exhalan,

i

uri presen te

De grfttitud

i

a.mor, puro, inocente,

Te ofrecen en el aura vagarosa.

1

De tu

cima descuélgasc el torrente

Que

a.l .1mlta,r

se deshace en leve espuma;

J

apareeB al

tr::iTes de bbnca bruma,

Un íris nacarado

i

rofulj cnte.

El agua que desciende estrepitosa,

Domado su furor, en

ma,oiso

j

iro

Corre

pum,

cual

es puro el

snspiro

Del

pecho de

una

virj en candorosa.