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Bendicion paternal.
(A MI HIJA ANJÉLICA.)
Dormido, yo sueño contigo, hija mía;
Despierto, me· gozo, pensando en tu bien.
Anjélica., mi alma por tí se extasía
I al cielo le pide que un ánjel por guia
Te dé, reflejando su luz en tu sien.
Amarga es la vida, i el solo consuelo
Que en ella se alcanzni, lo da la virtud;
El roce del mundo marchita cual hielo
Las flores del alma, delicia del cielo,
Que en él nos conquistan la eterna salud.
La -vida es un caos, i a Dios en mis preces.
Por eso le clamo que vele por tí:
Hoi, hija, en tu planta balsámica creces,
I plácida al viento del alba te meces,
En huerto encantado, cual blanco alelí.
Las dulces promesas que en tiernos dictados.
Prodiga a la infancia la voz maternal,
Hoi dia te infunden mil sueños dorados;
Mas
¡
ai
!
vendrá el tiempo de -ver alterados
Los goces presentes, a influjos del mal.
De alegre inocencia, se agosta esa palma
Que dió con sus sombr2s abrigo a la flor.
Si empero se llora perdida la calma,
Las lágrimas, hija, son sangre del alma,
I alienta, quien llora, virtud i vigor.
No quiero en tu pecho vertir de tristeza
Las hieles que el mio temprano bebió.
Tu mente, santuario de paz i pureza,
Que ignore por siempre de ct;tanta aspereza
Mi senda en la -vida la suerte cubrió.
De rosas vestida, mi Anjélica amada,
Que encuentre la tuya cual rico verjel:
Que siempre, en tus dias, de Dios la mirada
Convierta esta flébil, terreste morada,
En valle risueño con lagos de miel.