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D
esarrollo
integral de una
R
egión
: C
ajamarca
Pero, con el correr de los años, comienzan a aparecer nuevas acti-
vidades como la alfarería, el artesanado, etc. que, de una manera
natural, comienzan a desarrollarse en Repartición Individualista.
Es decir, el resultado de su trabajo pertenece única y exclusiva-
mente a quien produjo dichos bienes.
La población crece y, por consiguiente, esos nuevos bienes eco-
nómicos que no provienen directamente la producción agrícola,
crecen también. Tanto que, alguno de ellos levanta una fábrica a
fin de abastecer la demanda. Se crea así una primera empresa a
Repartición Individualista.
Por supuesto que el objetivo de su propietario es incrementar sus
utilidades, al mismo tiempo que satisfacer la demanda. Y para ello,
contrata más y más obreros. La pregunta que surge es: ¿el empre-
sario cómo define el monto del salario de sus obreros? Porque,
como todo buen empresario a Repartición Individualista, sabe per-
fectamente que cuanto menos paga en salarios, obtendrá más utili-
dades ante un precio de venta estable.
El empresario, por experiencia práctica, sabe también que el sala-
rio del obrero no puede ser igual al del campesino. El obrero vive
en otro ambiente, el de la ciudad, en donde necesita de un míni-
mum de educación, de vestimenta y otros, que hace la diferencia
con el cuadro de vida del campesino.
Pero, dentro de la composición del salario de sus obreros existe
un elemento que tiene una relación directa con los campesinos. Se
trata de los bienes alimenticios. Y el gasto en bienes alimenticios
es una parte importante en el salario de los obreros.
He aquí una
articulación
entre dos formas de trabajar diferentes,
una agrícola primitiva y otra industrial. Una articulación entre la
producción agropecuaria de los campesinos y la canasta de consumo
de los obreros. Y, como siempre, en Repartición Individualista, la
pita se rompe por el lado más débil.