4?'
Nada
hay
que añadir á
este Co·
n1entario de San Pablo. Quedamos
convencidos del todo del grande
amor que debemos tener al que nos
arnó
siendo enemigos suyos , hasta
sacrificar su vida para ser Redentor,
Salvador,
é
Intercesor nuestro: diga-
mos , pues,con el Apostol.
Que ni la
Rom. vn
1 •
afliccion, ni la persecucion' ni la ·es-
3
5.
,38.
pada, ni la violencia, ni las muertes,
ni
los máles presentes' ni todos los
que podamos te1ner, ni el Cielo, aun-
que estuviese conjurado contra no..:.
'Sotros, ni el Infierno, aunque soltáse
todos los demonios,
y
disparáse todos
sus tormentos contra nosotros;ni otra
j¡ualquiera cosa,será capáz de sepa.).
rarnos de Jesu-Christo.
Y
á
tenemos el precepto,
y
mis–
terio de la Cruz en toda su exten–
sion, empezando en
J
esu-Christo;,
y
rematando en nosotros.
Tambien
tenemos
embebido
aqui el precepto de la caridad fra–
terna, que estamos obligados
á
am–
pliar hasta morir por nuestros her-
ma-