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289

firme

~

mayor condescendencia

por

los ·debi!es , y por los pecádores,

hasta hacerse su abogado , su in–

tercesor, y su v1ttima

?

Lo que

el

mismo explíca con aquellas .amables

palabras :

Venid

á

mí, vosotros to......

Mar.xi.

is.

dos los

que

os veis afligidos

,

y

3

o.

oprimidos,

y

ro os aliviaré: Acer-

caos

,

y

aprended de mí

,

que soy

manso

,

y

humilde de corazon

,

y

hallareis el reposode1.mestras almas:

porque

mi yu,l.{o es suave,

y

rni

car–

f;a

ligera.

El hombre necesita de

un yugo , de una ley , de una

au"".c

toridad,

y

un precepto ; porque de

otro

modo , arrastrado de sus pa–

siones, no se podria contener.

La

felicidad consistía en hallar un Sobe..

rano como Jesu-Christo , que

supie~

.

se suavizar este yugo ,

y

aligerar

la

carga.

¿

Donde hallariamos el

consuelo, el aliento, la vivificacion,

y

las palabras de vida eterna , si

no

las hallaramos en su boca?

¿

Creeis,

hijos

mios ,

eso

~

V

é

aquí

la

prime1"

raparte de

su

examen.

Tom. IV.

T

Pero