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firme
~
mayor condescendencia
por
los ·debi!es , y por los pecádores,
hasta hacerse su abogado , su in–
tercesor, y su v1ttima
?
Lo que
el
mismo explíca con aquellas .amables
palabras :
Venid
á
mí, vosotros to......
Mar.xi.is.
dos los
que
os veis afligidos
,
y
3
o.
oprimidos,
y
ro os aliviaré: Acer-
caos
,
y
aprended de mí
,
que soy
manso
,
y
humilde de corazon
,
y
hallareis el reposode1.mestras almas:
porque
mi yu,l.{o es suave,
y
rni
car–
f;a
ligera.
El hombre necesita de
un yugo , de una ley , de una
au"".c
toridad,
y
un precepto ; porque de
otro
modo , arrastrado de sus pa–
siones, no se podria contener.
La
felicidad consistía en hallar un Sobe..
rano como Jesu-Christo , que
supie~
.
se suavizar este yugo ,
y
aligerar
la
carga.
¿
Donde hallariamos el
consuelo, el aliento, la vivificacion,
y
las palabras de vida eterna , si
no
las hallaramos en su boca?
¿
Creeis,
hijos
mios ,
eso
~
V
é
aquí
la
prime1"
raparte de
su
examen.
Tom. IV.
T
Pero