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Salvador para proferir estas pala-
bras ; de cuyo egemplo ,
y
otros
semejantes , debemos aprender á
reflexionar sobre todos los obgetos
que hallaremos , para levantar el
corazon á Dios,
y
santificar , di-·
gamoslo asi , de esta manera toda
la naturaleza.
Tres cosas podemos conside·
rar aquí , la vid, ó tronco, que es
Jesu-Christo, las ramas de la vid,
esto es Jos Fieles ,
y
el Labrador,
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e
e
adre Eterno. Las dos pri–
meras nos
hac~A
copocer quán uni–
dos estamos a
J
esu-Christo ,
y
quán ·
estrecha necesidad tenemos de su
union.
•
Primeramente supone dicha
union una misma naturaleza entre
él ,
y
nosotros , asi como las ramas
ele
la vid son de la misma especie
que el tronco; con que era preciso
que Jesu-Christo fuese de la misma
naturaleza que nosotros : de donde
infiere San Agustin , que dijo las
ci-
·tadas
palabras en quanto
hombre.
Eu