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ti
mi1mo.-.,
.r
¡Que
dignidad la del ho·mbre!
,La
obligacion de amar
á
su
herma~
no
es .sernejarrte .
a
la de
amar
á
.Dios.
Estos
·dos
preceptos
ván casi
á
la par ,
delante de todos
los
de-–
más
Mandamientos ·;
o
por
mejor
decir , los
encierran .,
y
,contienen.
Pero e.l
primero
es
.el tmodelo
del
segando.
Como
Dios
ha
crü1d0
al hom·
"bre
a
su imagen '
y
:sem~janza,
por
tanto, el
precepto
de arnár
al
hofil–
bre ·es
.semejante
:al
precepto
de
amar áDios..
Debemes amar al hombre, en
.quien
Dios
ha impreso
su
seme–
janza , porque .debemos amar
á
ilios.
Debemos amar al
hombre, que
~s
Templo en que
Dios
habita,
porque
debe1nos
amar
a
Dios.
Porque
amamos
a
Dios
debe–
rnos amar al hombre'
a
quien
ha
.
~dopt.ado
por
pijo,
y
a quien
quiere
(;0•