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Donde mas
principalmente
advirtio
esto fue
en
su
Entr'ada
triunfante
de Jerusalen ,
la mas
brillante ,
y
mas magnifica ,
que
hasta entonces se havia visto;
porque
en ella se
vela a
un hom–
bre, que parecia· el
ma~
despre–
ciable
de todos , respetado ,
y
en...
salzado ,
y
recibiendo
de
todo
el
Pueblo, dentro
de
la
Ciudad Real ,
y
aun
enrnedio del Templo , ho–
nores mayores , que quantos
ha..
vian
merecido
los
Emperadores,
los
Conquistadores,
y
los
Reyes.
Esta es la gloria
de
que hablamos.
Pero
el
caraéter de
h~1rnillacion,
y
enfermedad inseparable del es–
tado
del
Hijo de Dios
sobre la
tierra ,
debia
igualrnente briUar,
y
hacerse ver. Despues contempla–
remos
este
estado :
consideremos
antes el
caraéter
de
gloria ,
y
de
grapdeza.
Es necesario suponer, que
el
Hijo
de Dios ,
aunque
en su
flgu–
ra,
y
traza exterior parecia
el mas
·
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