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luntariamente
á
sí
mismo.
Y
preguu,tó:
i
Dónde le pusisteis
1
Respondieronle:
yén., Señor,
y
velo. Entonces
lloró
J
esus ; por lo que dixeron los
Judios:
ved,
y
como le ama. Mas algunos de
ellos dixeron :
este
que ~brió
los ojos al
dego de nacimiento ,
¿
no p,odia
hacer
que
este no muriese1 Jesus, pues,
vol–
viendo
á
conmoverse
en
sí
mismo,
vino
;il
se pulcro. Era éste una gruta, sobre
la
qual se había puesto una piedra. Dixo
,
J
esus: Quitctd
la
piedra. -Respondiole
Marta , hermana del difunto : Señor)
ya
huele m:il, porgue ha quatro
días
que .está ahí,. Dixola
J
esus :
i
No te
.he dicho_que si crees , veras
la glo–
ria de Dios? Quitaron, gu~s, la pie-
, dra
,
y
,J
esus levrintando arriba
los
ojos, dix,o :· Padre, \doite gracias,
por·
que me
has oído. Y~
bien sé que
siení:–
pre me oyes; mas üigo esto por es...
te Pueblo que me rodea ,
para
que
crean , que tú me embiaste. Habien–
·do ,diého ,esto, clamó en voz alta: La'."
1
zaro, .sal ,
á
fuera. Y al instante salió
el
que:
havia muerto,_ ligados los pies,
-
.
y