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blo, acerca de Jesus , estaban d~vidi-
'
J
dos. Y algunos de ellos querían pren-
derle ; mas ninguno echó la mano so-
bre él.
Volvieron, pues, los Ministros
á
los Pontifices ,
y F
ariséos ,
y
estos les
dixeron : ¿Por qué no le habeis traído?
Respondieron los Ministros : Jamas ha–
bló hombre alguno como este hombre.
Replicaronle los
F
ariséos.
¿Ha
beis aca–
so sido seducidos
tambien vosotros?
¿Por ventura cree en él alguno de los
Magistrados,
ó
de los
F
ariséos , sipo so–
la
esa plebe, que no sabe
fa
Ley,
y es
gente maldita ? J;)jxoles Nicodemos
( aquel que fue .de. noche
a.
estar con
J esus,
y
era uno de ellos. )
¿
Pues
qué?
¿Nuestra
Ley
condena
a
algun hombre
antes de oirle , é informarse de lo que
hace? Respondieronle ellos: ¿Eres aca–
so tú Galiléo tambien? Examina las Es–
crituras,
y
hallaras que de Galiléa no
ha salido Profeta
alguno.
Y
cada uno
se volvió
á
su casa.
fui -