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MOISE~
ARROYO POSADAS
ciende del sentido popular de la Conquista, no de la
sumJSJ•on a anacromcos monarquismos. Aquello que
nos legaron los g lorio.sos y aguerridos aventureros cas–
tellanos que, partiendo del mismo centro de gravitación
de la españolidad de entonces, trajeron a estas tierras
nuevas modalidades y un nuevo destino. Estos aportes
no son ya extraños, ni distantes. Seguirán siendo abo–
rrecibles los esfuerzos por justificar un celestinaje que
eternice nuestra dependencia de no importa que po–
tencia lejana.
El orgullo nacional y las aspiraciones
progresistas imponen la tarea de buscar nuevos h ori–
zontes que nos hagan cada vez más libres
y
soberanos
de nuestro destino. La literatura .de nuestro país em–
pezará a ser efectivamente nacional, cuando rompiendo
todo rezago d e simple mimetismo, se encuentre en nues–
tro suelo temas,
y
formulaciones propias, cuando nues–
tros artistas interpreten las preocupaciones espirituales
d el pueblo peruano, cuando haya un arte vital en que
nos miremos todos en una ampiia democracia integral.
L os elementos físicos
y
humanos que procedien–
do d e España, han sido incorporados a la vida perua–
na, aparecen claramente impresos en los diversos pa–
sajes del libro de Argueda5. El ambiente que se des–
cribe a través de "la torre blanca·' de los poblachos, el
cementerio, los eucalip tus, las ··calles empedradas", los
caballos, burros y ovejas, ·los mistis, sacristanes y hasta
los "Vilcas", son todos artículos de importación, "ex–
trangueros". Con todos estos elementos se ha hecho
las nuevas actitudes y el pensar
y
sentir que ostentan
los "nuevos indios" que diría nuestro gran escritor su–
reño Uriel García.
Refleja así "AGUA" nuevos modos del vivir pe–
ruano, L a música que doña Josefa arranca en una plá–
cida noch e, d e las cuerdas de una castiza g uitarra, ro-