principales a Pedro de Candia, Peranzúrez
y
Legui Urquizo, sobre todo este último
que estableció las colonias de San José de
Chupiamonas y Tumupasa, en las que, ade–
más, construyó los primeros templos. Si–
guiéronles muchos misioneros agustinos,
jesuítas y carmelitas descalzos, habiendo
sido los religiosos franciscanos quienes con
mayor continuidad y perseverancia se con–
sagraron a la reducción de bárbaros. Y
ellos, asociando informes ajenos y verifi–
caciones propias, establecieron que los po–
bladores nativos del Bajo Caupolicán -aho–
ra Iturralde- eran
leeos, tacanas, chupia–
monas, pamainos
y
siliamas
por la parte
media del Tuiche,
y
más al norte,
guarayos,
toromonas, araonas, cavinas
y
pacaguaras,
entre los ríos Madidi, Beni y Madre de
Dios.
Lentamente sometidos por la abnegada
acción conversora de los religiosos, desa–
n·ollada en el curso de tres siglos, los
neófitos se avinieron al nuevo género de vi–
da que aquéllos les inculcaron, permane–
ciendo renuentes
y
hostiles sólo pocás tri–
bus alejadas del radio de influencia directa
de los misioneros. Tanto por la preponde–
rancia que da el mayor número, cuanto por
sus mejores disposiciones para asimilar
enseñanzas, los
tacanas
absorbieron o des–
plazaron a los demás grupos que poblaban
las regiones de Tumupasa e Ixiamas, en
tanto que en San José llegó a establecerse
una suerte de equilibrio
tacana-quechua,
re–
sultante de la influencia de Apolobamba,
región en la cual ya habían aclimatado los
quechuas.
Puede afirmarse que la vida de esta
provincia giraba únicamente en torno de las
misiones de San José, Tumupasa e Ixiamas,
bajo el gobierno material y espiritual de
los religiosos. Poca o ninguna acción ejer–
-citó allí la autoridad civil de la Colonia;
y
si alguna vez tuvo que intervenir, no lo
hizo sino por intermedio de los padres mi–
·siOneros.
En esos pueblos, a causa de su aislamien–
to, el grado inferior de cultura de sus ha-
bitantes y el excluyente tutelaje religioso,.
no repercutió en modo alguno la Guerra ·
de la Emancipación, ni siquiera los acon–
tecimientos de Apolo y Atén. Fueron, pues,
absolutamente ajenos a la lucha por la m–
dependencia nacional.
ERECCióN EN PROVINCIA Y SUS TRANSFOR·
MACIONES
Por decreto supremo de 21 de diciembre
de 1937, la Junta de Gobierno presidida
por el Tcnel. Germán Busch desprendió del
Territorio Nacional de Colonias del Nor–
oeste,
hoy departamento Pando, la zona
comprendida entre los ríos Madre de Dios,
Beni, Madini y la frontera internacional
con el Perú, creando con ella la provincia
Heath, que fué incorporada al departamen–
to de La Paz. Se le dió ese nombre en me–
moria del ilustre explorador norteamerica–
no Edwin Heath. Al mismo tiempo se de–
signó como capital de la nueva provincia
paceña la "Barraca Ethea".
Pero Ethea no reunía las condiciones in–
dispensables para ser capital. Hasta el mes
de marzo del siguiente año no llegaron a
constituirse en sus puestos las nuevas auto–
ridades, no habiéndose efectuado por este
motivo las elecciones de convencionales con–
vocadas para el 13 de ese mes. Y como la
flamante provincia no podía quedar sin re–
presentación parlamentar-ia, el mismo go–
bierno del Tcnel. Busch dió otro decreto
supremo, el de 17 de marzo de 1938, desig–
nando la barraca "Las Piedras", sobre el
Madre de Dios y cerca de Riberalta, como
nueva capital de la provincia Heath y se–
ñalando disposiciones para el verificativo
de las elecciones.
En 24 de septiembre de 1939 fué pro–
mulgada la ley que creó el departamento
Pando, con el antiguo Territorio Nacional
de Colonias del Noroeste, cuyo distrito de
Madre de Dio.s fué dividido en dos partes:
una, con el mismo nombre, como provin–
cia del nuevo departamento; y la otra, la
provincia Heath, agregada al departamento
de La Paz. El artículo 11 de la ley citada,
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