jas hasta los quelonios y ofidios gigantes,
así como batracios de toda especie, reinan
en los bosques vírgenes y cenagales profun–
dos. Víboras y serpientes obligan al hom–
bre a caminar armado de machete. Entre
ellas tenemos culebras de varias especies,
el
churisaqui
(tipo de boa gigante) y la ser–
piente de cascabel. Lagartos, lagartijas, la
iguana, el camaleón, la tortuga común, el
sapo, ranas ordinarias y las venenosas, etc.
Peces.
En los ríos de Suri, Miguilla y
Cotacajes, abundan los
sábalos
en sus va–
riedades de
sabogas
y
sabaletas,
muy apete–
cidos por su carne. Varied'ld de pecedllos
no clasificados, abundan en los riachuelos.
Insectos.
Estimulados por la fertilidad
de la tierra o el abrigo natural que ella pro–
porciona, la proliferación de infinidad de
insectos es prodigiosa; todo.s los órdenes eo–
nocidos pululan en el campo, en los panta–
nos, en las vertientes y las zonas cálidas,
desde la hormiga y la abeja hasta los zan-
.cudos que propagan las fiebres palúdicas.
Así, para hacer una ligera enumeración,
·~e
.'
nemos: luciérnagas, cantáridas, gorgojo
y
suto,
entre los coleópteros; hormigas aladas
de diversas clases y tamaños, entre los neu–
rópteros; avispas, abejas y moscardones,
entre los himenópteros; mariposas y poli–
llas, del género lepidópteros; pulgas,
piques
o niguas, entre los ápteros; chinche, vinchu–
ca, cigarra, pulgones, piojos, entre los he–
mípteros; alacranes, ciempiés,
apasancas
y
-
!
:r
bquisivi. Vista pintoresca de edificios del tiempo de la
Colonia.
otros, del género arácnidos; igualmente, va–
riedad de vorticelas y tardígrados anélidos
como las lombrices y tenias, cuya larva se
ingiere con el' agua.
Moluscos.
Los hay de diversas clases,
muchos no clasificados aún. Los más co–
munes son los caracoles del grupo gasteró–
podos, que abundan en varias especies;· la
babosá, de igual grupo; la limnea, los chu–
rus, en gran variedad de tamaños y colores
notables por el brillo y contraste de los
matices de sus conchas.
LA VIDA HUMANA
RAZAS Y POBLADORES TíPICOS
Los orígenes de los primeros pobladores
de los valles de lnquisivi y el grupo étnico
al que pertenecían, son absolutamente des–
conocidos. Vestigios aislados prueban que
pertenecieron a los clasificados como
mose–
tenes,
ya sea de la tribu
chimanes,
que vi–
ven por Covendo, o de la
tescupis,
de las
márgenes del Bopi, ambas
cono~ida.s
con el
' nombre genérico de
chunchus.
Como eran
nómadas, no construyeron poblaciones. De
otra parte, las frecuentes guerras entre que·
chuas y aimaras las ahuyentaron, obligán–
dolas a retirarse a las serranías de Mose–
tenes.
Durante la colonia, fueron los jesuítas
los primeros en internarse en los valles de
lnquisivi, "con objeto de reducir a los sal-
Perforadoras automáticas horadan la roca en el ramal
Quime-lnquisivi.
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