habas el quinto, la cañahua, el sexto y el
último la avena.
La producción agrícola, conforme a es–
tudios y cálculos aproximativos efectuados
en la Dirección de Economía Rural del
Ministerio de Economía, es la siguiente:
papas, 4.532.386 kilogramos; cebada en
grano, 431.750; cebada en berza, 78.836;
quinua~
122.532; trigo, 91.750; habas,
51.405; cañahua,' 9.615; avena, 7.650.
En varias haciendas la ganadería ha ori–
ginado la elaboración de quesos y mante–
quilla. El queso de leche de oveja es tam–
bién tarea común en el quehacer industrial
indígena, en proporciones limitadas. La
producción de lana de diversos colores y
clases, aunque no muy intensificada, se co–
tiza en el mercado a los siguientes precios
corrientes: lana merino, 1.200 Bs. el quin–
tal; lana 'fina, 1.000; mediana, 925; grue–
sa, 800; negra y gris, 500 y descoles, 400.
La ganadería se ha desarrollado hasta
constituir actividad económica progresiva.
Entre toros y bueyes existen 1.435; vacas,
555; crías de vacunos, 180; caballos, 53,
yeguas y crías, lO; ovinos machos, 8.905;
hembra~,
22.135, y crías, 8.752; porcinos
machos, 719; hembras, 1.559, y crías,
La condición de los pastos ha sido venta–
josamente aprovechada por algunos propie–
tarios ganaderos para la crianza de ovinos.
Don Juan Perou, en su "Haciendas unidas
de Tiahuanacu", mantiene miles de ovejas
finas; asimismo la Sucesión Morón Tres–
castro, don Nicasio Cardozo, don Juan Ro–
sa Quiroga, don Néstor Pérez Velasco y
otros, en sus respectivas h'aciendas.
La maquinaria agrícola que figura en la
.Provincia, distribuída en fincas y hacien–
das, es la siguiente: aprensadoras, 6; trac–
tores, 20; rodillos, 11; trilladoras, 7; cul-
, tivadoras, 5; segadoras, 9; arados, 32;
sembradoras, 31; seleccionadoras, 14; ras–
trillos, 18; cosechadoras, 15; rastras, 23;
aventadoras, 2. En las comunidades, las
formas de trabajo agrícola son todavía pri–
mitivas : todo se hace a mano, con excep-
T. l.
cwn
del barbecho y la siembra en que in–
tervienen bueyes tirando el arado.
Es también interesante hacer mención de
la arborización en la provincia. En los eon–
tornos del Titicaca y en las islas, la vege–
tación es abundante. En algunos sitios,
verdaderos bosques de eucaliptos, pinos,
kollis,
etc. Igualmente, las fincas de la re–
gión de Viacha van poblándose de abun–
dante arbolado.
La propiedad de la tierra no está muy
diversificada. Junto a las haciendas prós–
peras, existen parcelas pequeñas o
comu~
nidades indígenas, sujetas en el trabajo y
la explotación agrícola, a formas anterio–
res a la conquista y al coloniaje. La insti–
tución comunitaria, amparada por las le–
yes, sufrió un duro colapso durante el go–
bierno de Melgarejo, que dispuso su venta
y en muchas oportunidades las obsequió a
sus allegados y validos. La rectificación de
esa medida no pudo ser ni rápida ni efec-
Un cuadro religioso en la iglesia de Guaqui.
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