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numerosa durante la estación fría y a sa–

tisf~cer

todas las privaciones que ocasiona

a la ciudad la rigidez de su clima". Como

se ve, debía ser un centro aristocrático, ri–

co. Las autoridades se pusieron en tra–

bajo.

No obstante, Ballivián tuvo que hacer

frente a la tenaz oposición de doña Teresa

de Villaverde, su tía. Ésta, sin conseguir

sus propósitos de obstaculizar los trabajos,

a los que se oponía con diversos argumen–

tos desde la inutilidad de la ley hasta el

ataque a la propiedad privada, se puso a

conspirar; facilitó dinero a los desconten–

tos. Cuando dos caminos, uno de la Ala–

meda y otro de

Putuputu

entraron en Obra–

jes, quedó una piedra en la puerta de la

casa de Villaverde. Opúsose la señora a

que la retiraran, sentándose sobre ella. Ba–

llivián ordenó entonces que barrenasen el

obstáculo, y si la señora estaba sobre la

piedra, que también le barrenasen las po–

saderas.

Vencida la Villaverde, redobló su deseo

de lucha. Por medio de su pariente Inde–

fonso Huici se puso en contacto con Belzu,

que tenía motivos graves para odiar a Ba–

llivián. La conspiración inició su marcha.

Mas Belzu, llamado a presencia de Balli- .

vián, se mostró airado, desenvainó su espa–

da y estuvo a punto de dar muerte al pre–

sidente. Degradado como último soldado

fué llevado al cuartel de Obrajes.

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ama–

necer del 5 de junio de 1847, sublevó a la

tropa y con ella subió a tomar el gobierno.

Fracasado el motín, Belzu huyó y vivió en

el Perú de los dineros que le proporciona–

ban la Villaverde y el general Castilla,

presidente del Perú.

Quedó de este modo establecida la Villa.

Lo que no pudo concluir Ballivián fué el

hospital para valetudinarios que proyecta–

ba, por la invencible oposición de la gente

distinguida que repudiaba vivir en lB:s pro–

ximidades de una casa de salud. Producida

la revolución del general Pérez contra el

gobierno de José María Achá, en ·obrajes

se reunieron delegados de ambos caudillos

con el inútil propósito de encontrar puntos

de avenimiento.

Durante el gobierno del general Narciso

Campero, . Villa lngavi fué llamada Villa

Alianza. En el gobierno de don Aniceto Ar–

ce se realizó la construcción de la Avenida

Arce desde la Alameda hasta la plaza de

San Jorge, estableciendo una nueva facili–

dad en las comunicaCiones con Obrajes.

La capital de la Provincia Murillo aca–

bó, el año 1942, pon incorporarse a la ciu–

dad de La Paz como una de sus zonas ur–

banas. Y desde ese momento aumentaron

las edificaciones que anteriormente se ha–

cían en forma lenta aunque buscando las

mayores comodidades.

COSTUMBRES REGIONALES

Los aymaras del viejo hermetismo Ta–

cial de las

marcas,

prefirieron mantenerse

incomunicados. Este aislamiento, vencido

poco a poco por las recíprocas influencias

étnicas, ha prolongado, sin embargo, mu–

chas de las primitivas costumbres. En su

alimentación son todavía gentes aferradas

a la frugalidad tradicional; emplean qui–

nua, chuño, papas, -carne seca, sal; y agre–

gan los productos del h,tgar. Del maíz ha–

cen harina ordinaria que aprecian mucho.

La coca es uno de sus elementos indispen–

sables para vivir y trabajar.

Sus vestidos primitivos formados princi–

palmente por sayas, se modificaron con la

influencia del traje traído por los españo–

les. El uso de

pan~alones

y chaquetas es dé

introducción europea, así como la pollera

para las mujeres, quienes, empero, no se

han despojado de sus rebozos, aunque ya de

tela importada. Los hombres han persisti–

do también en el

lluchu

aymara o

chulo

quechua, agregándole el sombrero foráneo.

La evolución de los trajes puede dar mo–

tivo a un estudio interesante sobre las cuo–

tas de costumbres y cultura que recibió el

americano y sobre las que transmitió a los

conquistadores y colonizadores.

La austeridad de la vida indígena sugie-

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