Acabóse de fundir y repartir todo este oro y plata
que se ha dicho, día de Santiago; y pesado todo el oro
y
plata por una romana, hecha la cuenta, reducido todo
a buen oro, hubo en todo un cuento y trescientos vein–
tiséis mil quinientos treinta y nueve pesos de buen oro.
De lo cual perteneció a su majestad su quinto, después
de sacados los derechos de fundidor, dosciento» sesenta
y
dos mil doscientos cincuenta
y
nueve pesos de buen
oro. Y en plata hubo cincuenta
y
un mil se1sc1entos
diez marcos,
y
a su majestad perteneció diez mil ciento
veintiún mil marcos de plata.
De todo lo demás sacado
el
quinto y los derechos del
fundidor, repartió el Gobernador entre todos los con–
quistadores que lo ganaron;
y
cupieron los de caballo a
ocho mil ochocientos ochenta pesos de oro
y
a trescien–
tos sesenta
y
dos marcos de plata,
y
los de pie a cuatro
m il cuatrocientos cuarenta pesos y a ciento ochenta y
un marcos de plata,
y
algunos a más
y
otros a menos,
según la cualidad de las personas y trabajo que habían
pasado.
Con el oro que aquí se trajo del Cusco trajeron algunas
pajas hechas de oro macizo con su espigueta hecha al
cabo, propia como nace en el campo.
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