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ESTAMPAS HUANCAVELICANAS
Pocos días después apareció en una piedra, cerca a la ca–
sa del fundo, la imagen del Njño, los moradores contagiados
por la milagrosa nueva, erigieron una capilla y comenzaron
los festejos fijando el primero de enero de cada año. Don Ma–
nuel Cenzano Illescas, minero de la región, cuyo acendrado
cariño estuvo siempre al servicio de Huancavelica, obsequió y
vigorizó los festejos de este Niño.
Dicen que algunos indígenas codiciosos, de aledaños pue–
bluchos, hurtaron varias veces al Niño, pero siempre volvíase
a la capilla. Creen también que sigue viviendo en Callaoca\"–
pa, en cuya torre está la Virgen, pero que no se presenta a lc.s
actuales pastores por el relajamiento de las costumbres. Es in–
digno, dicen, que se presente el Niño.
Ahora el milagroso Niñito conocido ·con el apelativo de
"Callaocarpino", cuyo bien logrado retoque se asemeja al ele
Praga, es festejado con gran pompa por sus numerosos devo–
tos, quienes amorosamente cuidan las alhajas, los milagtos
y
sobre todo, el baúl repleto de ropitas de militar, de viajero
y
de "chuto".
Pero está un tanto abandonada la Capilla, y la empresa
Fernandini, que en estos momentos ha reiniciado los trabajos
c::n la mina de Sta. Bárbara, está amenazando con destruirla to–
talmente tratando de restar el alimento espiritual de
aquello~;
indios que hallan un lenitivo para sus sufrimientos adoran,do al
Niño. También los.indígenas de aquellos lugares atribuyen
:ti
Niño el fracaso del Ing. Gastelumendi en sus cálculos realizad0s
hace algunos años, y, si
e~ta
empresa u otra reviviera la fe de
los moradores con la reconstrucción de la capilla así como de lo:;
templos de Huancavelica seguramente el Niño Callaocarpino
junto con su negrito Jacobo Illanes o "Puca uchucha", harían
que el cerro de Santa Bárbara y sus adyacentes brindaran las
ingentes riquezas mineras que guardan en sus entrañas.
·
Ahora, son los indígenas que celosamente cuidan la reli·
gión infiltrada por los españoles, a despecho de los "nuevo:;
ricos" que creyéndose chapetones o iberoamericanos cuidan
más sus arcas llegando al extremo de haber sustituido "el
templo por la mercantil."