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fueron siempre rechazados por· los Collas, que eran los
más numerosos
y
guerreros de toda la comarca.
Los habitantes de esta región al hablar de sus
antepasados, contaban que habían salvado de un gran
diluvio,
salie~do
sus padres, unos de una fuente
y
otros
de una roca
y
después de haber vagado largo tiempo, se
habían establecido en aquellas comarcas, viviendo sepa–
rados,
en
habitaciones aisladas, hasta que, jefes valero–
sos los habían reunido
y
formado reinos que se encontra–
ban en contínua pelea.
En cuanto a las costumbres que obse,rvaban, se
sabe
que
vivían desordenadamente, en completo estado
de salvajismo. Habitaban en cuevas
y
chozas, en resqui–
cios de peñas o en huecos de árboles; otros habitaban en
lo alto de
los cerros próximos, donde tenían sus castillo.::i
naturales
y
sus chozas. Las construcciones, semejantes
y
las casas
de nieve de los esquimales, consistían en la
colocación de piedras
y
barro, las paredes
y
bóvedas eran
completamente toscas
y
apenas podían servir para res–
guardar a sus habitantes de la intemperie.
La habitación
que
es el reflejo
de
la vida del ho–
gar, así como los edificios lo son de la vida social
y
polí–
tica, nos demuestra que la vida del pueblo que ocupaba
estas chozas era más miserable que la de los sudras, pa–
rias e ilotas; el carácter agreste, perverso
y
salvaje de
e.sos
seres
prehistóricos nos muestra la construcción de
estas chozas, separadas
unas de
otras
y
a
grandes distan–
cias, construídas
así
porque no pudieron unirse en socie–
dad... De allí
~alían
a los campos en busca del sustento,
que se componía de yerbas· raíces,
de
frutas silvestres
y
otras
legumbres que
la tierra
daba de
suyo,
y
de
la car–
ne de animales.
Inclinados por
instinto a
la guerra, se
reunían
solo cuando tenían que pelear con otras -
tribus; y por