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CARIBEIS

BES que irradiaron del Brasil Central y de los

cuales los bakairí, que representan el grupo pri–

mitivo, descubiertos por aquel eminente etnólogo ·

( STEINEN) en las fuentes del Xingú, fueron con–

quistando sucesivamente las Guayanas, el Orien–

te y Centro de Venezuela hasta las costas del Mar

Caribe, y finalmente las Antillas, donde subyu–

garon o mataron a los hombres y conservaron pa–

ra sí las mujeres. ·El

Diccionario Caraibe-fran–

cés

del padre BRETON, publicado en 1665, contie–

ne al lado de las voces caribes de los hombres,

las que las mujeres

empl~ában

entre sí y que re–

su ltó ser un dialecto aruaco. Esto a la vez .que

prueba el carácter conquista:dor de la población

caribe hallada en las islas, revela que su incur–

sión en ·las Antillas Mayores no era de tan. anti–

guo .para que hubiesen podido imponer su len–

g1.,1a y borrar la de sus víctimas. Dice

ST~INEN

que "solo en el Norte del Amazonas se había com–

prohado la presencia de fracciones de aquella te–

mida nación, que en época no muy lejana del

descubrimiento del Nuevo Mundo,, se había ex–

tendido sobre las Antillas, partiendo desde Ve–

nezuela

y

las Guayanas, su byugando a los arua–

cos o mezclándose con ellos."

"Mucho se ha discutido la cuestión de la patria

originaria de la familia CARIBE

y

muy divergen–

tes son las opiniones emitidas a este respecto. Pes–

.de el principio de la conquista fueron tenidos por

invasores y se emitieron juicios varios sobre su

origen. Alejandro de HUMBOLDT era de opinión

que habían· venido del Norte y que habían pasa–

do al Continente meridional por vía de las An–

tillas Menores; pero KARE VON DEN STEINEN ha

demostrado, con gran sagaddaq y acopio consi–

derable de pruebas, que la inmigración CARia.E

en la parte setentrionál de Sur América sólo P._u–

do verificarse desde

el

Sur, donde los bakairi

y

nahuaquá han conservado más puros el dialecto

y la cultura, por hallarse menos alejados del

foco primitivo.

"El elemento cnlturál más importante que los

CARIBES llevaron a sus nuevos domicilios

y

que

impusieron a _las naciones que tomaron bajo su

tutela, o que sometiÚoh a su vasallaje, fue el

cultivo del algodón y la industria de su tejido.

Desde los pemenos y demás tribus que hemos

clasificado ·como CARIBES,' dicen los cronistas ·que

poseían el

art~

de tejer algodón y que fabricaban

con él las hamacas que les servían de lecho. Su

carácter belicoso y emprendedor, o de conquista–

dores, se destaca admirablemente ·en los siguien–

tes párrafos de la sentencia dictada en 1520 por

el

licenci~do

Rodrigo de FxGUEROA, Justicia Ma–

yor de la Isla Española y Repartidor de Indios,

como resultado de una información soqre las na–

ciones aborígenes de Tit:rra Firme ... : "Sobre

todas las otras naciones de indios, se señalaba

y

distinguía en el canibalismo, según nos cuentan,

la CARIBE, raza superior, inteligente, guerrera y

navegante. A. sus ojos las demás gentes habían

nacido pa·ra ser esclavas suyas y a todos trataban

con desprecio y tir-anía, dando a entender su pre–

potencia, el temor y ,el miramiento de cualquiera

de e.Jlo ."

(OvrF.nO

Y

BAÑOS, n, 382.)-Según la

expresión de CAULIN "tenían espíritu ambulati–

vo, con qu·e estaban en continuo movimiento por

las aguas de hls ríos y

d~

la mar en ligeras em;.

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CARIBES

barcaciones que sabían eon_struir y manejar con

habilidad. La guerra era teda su ocupación.

"Los CARIBES eran, pues, ·gentes oriundas de la

región selvática de los grandes ríos brasileros,

que en aquellas regiones constituyen las únicas

vías de comunicación. Hombres que vivían tra–

ficando sobre el agua en solicitud del diario sus-

. tento que obtenían de la pesca y la caza que las

orillas de sus ríos v caños ofrecíanle en abun–

dancia: género de

~ida

idéntico al que aun ob–

servan

ias

tribus CARIBES que viven en igual am–

biente. No dt.bieron

esto~

hombres de la selva

hallarse bien donde aquellas condiciones falta–

ban y eso nos explica cómo en su marcha hacia

el Norte iban quedando rezagados grupos que

se establecían en regiones que, como el Orinoco

.y

sus afluentes, les brindában condiciones ·de vida

simi lares a las que habían abandonado, y cÓm\J

pasaban sin radicarse por las regiones áridas de

nuestras estepas

y

por las montañas de Lara y

Falcón, desprovistas de

agua_~y-

vegetación. Don–

dequiera que hallaoan las condiciones apetecidas,

se establecían, y una vez dominada y colonizada

la región, nuevos grupos emprendían la marcha

hacia regiones.· desconocidas. Así se formaron. las

popukisas parcialidades que dominaron las selvas

y ríos del Oriente, desde Paria hasta Píritu (chai–

mas, cumanagotos, tamanacos, etc.) y las que po–

blaron los valles

del

Bajo-Tuy, que hoy llama–

mos Barlovento (quiriquires), y las que en los

valles montañosos de las ·Cordilleras de) Litoral

defendieron sus hermosas tierras contra el inva–

sor ' castellano con heroísmo y bizarría ej·empla–

res (caracas, teques, mariaches, meregotos, etc.).

Los bosques que se dilataban entre los ríos Ya

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racuy y Tocuyo, arterias navegables, cqmo lo es

también el Aroa que conre en medio de este tra–

yecto, fue la región escogida por un grupo CA–

RIBE que se denominaba

chipas

o

ciparigotos,

y

esta colonia debió ser la última estación de don–

de se

empr~ndió

más tarde la conquista de las

feroces tierras del Lago de Maracaibo, que hasta

entonces, según toda probabilidad, era del domi–

nio de naciones araucas, quizás de - los mismos

grupos que hoy demoran al Norte,

y

gue los

nuevos señores desalojaron hacia las tierras po–

bres que ellos despreciaron, de Barquisimeto

y

Carera, ocupadas por catjuetios, gayones y xa–

guas. Su entrada

la hoya del lago estaba tra–

zada por la naturaleza de la depresión del por–

-tillo de Carora, natural y ' fácil vía que conduce

a San Timoteo y Tomoporo, cerca de la desem–

bocadura del Motatán, en la famosa y pondera–

da provincia de Axuduara. Aquí hallaron los

conquistadores CARIBES cuanto podían exigir sus

hábitos y tradiciones: abundancia de aguas, vías

-návegables, tierras feraces, bosques inmensos po–

blados de cacería y un clima cálido, cpmo el de

su patria primitiva; en una palabra, el paraíso

terrenal. En estos sitios los sorp.readieron los pri–

meros conquistadores castellanos, radicados en la

forma que hemos visto arriba, pero muy pronto

debieron 'comprender que ·la llegada de los nue–

vos señores blancos era el comienzo de su ruina y

pérdida de su tranquilidad y libertad. El ver–

gonzoso tráfico que se hizo con sus personas diez–

mó rápidamente el número de los indígenas y los

que no fueron reducidos a encomiepdas en las

estribaciones- de la Cordillera y en las nacientes